Paisà es una película de corte neorrealista en la que, mediante un ejercicio de esteticismo depurado, Rossellini filma los horrores de la guerra desde la perspectiva italiana. Es la segunda de la trilogía de Rossellini formada por la desoladora
Roma, ciudad abierta y por la indulgente
Alemania, año cero. Scorsese dijo una vez que se trata de la obra capital del director. A mí en lo particular no me cautiva hasta el tope para poder elogiarla de semejante forma, pero reconozco que su colección de episodios sobre las secuelas de la guerra es bastante sobria cuando Rossellini retrata el infierno terrenal y el precio de la deshumanización con un realismo duro y descarnado. En el primer capítulo una mujer desamparada sirve como guía a un pelotón de soldados italoamericanos en un pueblo siciliano para evadir un campo de minas alemanas durante la noche. El segundo muestra la relación que se desarrolla entre un niño huérfano muy travieso y un soldado afroamericano desilusionado que recorre las calles devastadas de Nápoles. La tercera captura, por medio de la analepsis, el coloquio en una habitación entre un soldado norteamericano y una prostituta con un pasado triste en Roma. El cuarto se ubica en Florencia, donde una enfermera norteamericana intenta cruzar los escombros de la ciudad con un colega para reencontrarse con un pintor, mientras son testigos de la feroz contienda entre los partisanos italianos y los alemanes y sus aliados fascistas. El quinto presenta a tres curas americanos que son recibidos por los sacerdotes de un monasterio franciscano en la Cordillera de los Apeninos para pasar la noche. El sexto sitúa la acción en diciembre de 1944 en la desembocadura del río Po, donde oficiales de la inteligencia estratégica combaten junto a los partisanos tras las líneas enemigas alemanas. Como si se tratara de un documental, la cámara de Rossellini encuadra las seis viñetas casi como el testimonio de un país arrasado por la beligerancia, poniendo como hilo conductor el avance de las tropas aliadas en suelo italiano durante la Segunda Guerra Mundial, pero también la miseria de la gente que se muere de hambre, la desilusión de los soldados solitarios y psicológicamente dañados, la incomunicación impuesta por las barreras lingüistas, la ética religiosa en los tiempos en que la fe se emblandece, los edificios en ruinas, la lluvia de disparos de día y de noche, el anhelo de regresar a casa para llenar el vacío afectivo. Lo narra con pulso, empleando un neorrealismo sombrío que se distancia en todo momento de la apología melodramática, como si fuera un cronista de los hechos crudos y trágicos (como afirmaba Bazin) que busca capturar el lado humano que se ha oscurecido por la escasez de compasión y las circunstancias más nefastas de la historia. Sus personajes, interpretados en su mayoría por actores no profesionales, se sienten orgánicos. Los diálogos tienen vocación por la sobriedad. Y aprovecha adecuadamente la partitura musical de su hermano Renzo para ampliar la dimensión emocional de la antología. Se trata, sin lugar a dudas, de una desgarradora cinta bélica del director de
Francisco, juglar de dios.
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Ficha técnicaTítulo original: Paisan (Paisà)Año: 1946
Duración: 2 hr 05 min
País: Italia
Director: Roberto Rossellini
Guion: Federico Fellini, Roberto Rossellini, Sergio Amidei
Música: Renzo Rossellini
Fotografía: Otello Martelli
Reparto: Maria Michi, Gar Moore, Carmela Sazio, Harriet Medin, William Tubbs,
Calificación: 7/10
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