Crítica de 'Llora macho': el último western de Clint Eastwood

En esta película, el veterano Clint Eastwood se despide con un neowestern que, a pesar de la sencillez, no siempre funciona como debería y en el camino pierde combustible como una camioneta averiada.


Cry Macho


Originalmente la idea de “Cry Macho” iba a ser llevada al cine desde hace más de 45 años, pero hubo una serie de problemas que dificultaron el proceso de producción. Durante la década de los 70, el autor N. Richard Nash escribió un guión titulado “Macho” y lo intentó vender al estudio de la 20th Century Fox, pero su oferta fue rechazada dos veces. Decepcionado por no poder vender el guión, Nash reescribió el material y lo convirtió en una novela que se publicó en 1975 con el título de “Cry Macho”. La recepción de la publicación fue un tanto mixta, aunque las valoraciones positivas superaban con creces a las negativas, por lo que Nash, aprovechando el ojo mediático, trasladó la novela al formato de guión sin cambiar ni una sola palabra y finalmente se la vendió a la Fox y a otros estudios antes de su muerte. El productor Albert S. Ruddy intentó adaptarla desde que se publicó por primera vez, en producciones canceladas que incluían nombres como Roy Scheider, Burt Lancaster, Arnold Schwarzenegger y Clint Eastwood, el cual previamente rechazó protagonizarla en 1988. Tras varios años de retrasos, su preproducción comenzó en 2020, cuando el mismo Eastwood informó que iba a producir, dirigir y protagonizar la película para la Warner Bros. Pictures con el mismo guion de Nash.
 
Cry Macho, que se ha estrenado recientemente en las salas de cine y en la plataforma de streaming de HBO Max, es una película que dialoga con los tópicos habituales en la filmografía del nonagenario Eastwood, pero se acerca más a trabajos suyos como Gran Torino y La mula, ambas escritas con un guión de Nick Schenk, quien también coescribe esta. Eastwood, con más de 90 años, la dirige como un neowestern en el que habla sobre la pérdida, la inmigración, la familia y la redención, pero incluso encajando más o menos bien en el rol del viejo roble con alma de vaquero, su drama de carretera da tantas vueltas como caballo de rodeo y rara vez posee un instante que sea conmovedor con su cuento de lecciones morales. A pesar de la tibieza que observo en el viaje por la autovía, me veo obligado a quedarme hasta el final porque tengo la sensación de que esta es la última película de ese vaquero legendario de Hollywood llamado Clint Eastwood, aunque quiero pensar que estoy equivocado.


Clint Eastwood y Eduardo Minett. Fotograma de HBO Max.


 
La película se sitúa en 1979 y trata sobre Mike Milo (Clint Eastwood), un viejo vaquero que se retiró del rodeo tejano debido a una grave lesión en la espalda. Un año después, Mike acepta a regañadientes el mandato de su antiguo jefe, Howard Polk (Dwight Yoakam), quien le encarga viajar en su camioneta a través de la frontera con México para traer de regreso al hijo de 13 años de este llamado Rafo (Eduardo Minett). Al cruzar el borde, Mike llega a México y conoce a la madre del chiquillo, Leta (Fernanda Urrejola), quien es una mujer ligada al narcotráfico que afirma que su hijo Rafo se dedica a las peleas de gallo clandestinas y a la delincuencia juvenil. Poco después, Mike recorre las calles del pueblo y encuentra a Rafo apostando en una pelea de gallos que es interrumpida por la policía local. 

A través de un breve coloquio, Rafo acepta ir a Texas junto a Mike y su gallo Macho porque desea ver el rancho de su padre. Tras una discusión con Leta por el niño (Leta no quiere que Mike se lo lleve tras negarse a acostarse con ella), Mike es amenazado por los tipos peligrosos y se va por la frontera en su automóvil, pero de pronto se da cuenta de que el niño se ha escabullido en el asiento trasero como un inmigrante ilegal. Después de una larga conversación, ambos se hacen amigos. Pero en el camino pasan unas cuantas cosas inesperadas que, como es de esperar, complica el regreso a casa.


Clint Eastwood como Mike


 
El vínculo que se desarrolla entre Mike y Rafo se debe a que ambos comparten la pena de la soledad y la ausencia de una familia. Uno es un joven díscolo y astuto que se encuentra desorientado por la falta de educación producida por un núcleo familiar disfuncional (su madre no lo quiere) y los constantes abusos físicos (se ostenta que Rafo tiene cicatrices en el cuerpo). El otro es un viejo vaquero aleccionador y cínico afectado por una desilusión profunda originada por su pasado trágico que, de alguna manera, lo obliga a realizar la misión. Ambos se relacionan como abuelo y nieto. Y en el trayecto se enfrentan a calamidades ocasionadas por algunos golpes de efecto del guión, como los secuaces del cartel que envía la borracha Leta para intimidar a Mike y obligar que Rafo se quede en México, las conversaciones en el interior del carro sobre el gallo y la palabra “macho”, el extravío de la furgoneta en manos de unos bandidos que los fuerza a robar otro auto sucio y abandonado en las periferias, la presencia de los agentes federales que de lejos vigilan la autopista para que ellos no crucen la frontera, la visita a un restaurante en el que reciben la hospitalidad de la afable Marta (Natalia Traven) y se quedan a pasar la noche, la labor en un rancho cercano donde Mike atiende los animales de los lugareños y se gana la vida domando los caballos salvajes de un ganadero que los vende. La ristra de situaciones entre el cowboy y el muchacho se presenta con cierta simplicidad, pero, francamente, me parece que hay pocas cosas reveladoras y todas las acciones suceden de una manera blanda y previsible.


Clint Eastwood como Mike. Imagen de Warner Bros Pictures.


Como si se tratara de un híbrido entre Gran Torino y La mula, Eastwood ilustra un discurso sobre la pérdida, las heridas del pasado y la redención formada por los lazos familiares. Muestra a Mike como un hombre de tercera edad que traba amistad en la pista con un chaval extranjero al que orienta con sus anécdotas y, como todo un vaquero, rescata de matones que desean raptarlo. Debajo de las botas con espuelas, los jeans azules, la chaqueta de cuero marrón y el sombrero, su personaje anhela redimirse por causa de una tragedia familiar. Los matices y la motivación de su personaje lo revela por medio de una plática con Rafo, al que le relata que la razón por la que ha aceptado la tarea de llevarlo hasta donde su padre es porque, en el pasado, antes de ser una estrella de rodeo, su esposa y sus hijos murieron en un accidente de tránsito, y este luego cayó en una vida de excesos y alcoholismo para tratar de olvidar la dura pérdida. Y Howard, el padre de Rafo, fue el único que rescató a Mike del abismo del alcohol y le dio trabajo en el mundo del rodeo y la ganadería.
 
Esta revelación incrustada en los diálogos hace que se entienda el llamado del deber del protagonista: reunir al chico con el padre para saldar la deuda. Pero, también saca a la luz que Howard contrató a Mike porque anhela obtener dinero de la custodia del niño, aunque es una cuestión secundaria. Por otro lado, Mike halla la redención cuando lentamente se enamora de Marta, porque además de ser una viuda y una señora mexicana típicamente humilde, ella también comparte el dolor de perder a sus seres queridos. O sea, a fin de cuentas es el cuento de un vaquero que quiere rehacer su vida formando una familia.

A sus 90 años, Eastwood ya no interpreta a ese señor duro y peligroso que escupe sobre cualquier cosa que huela a vejez, como lo hizo al ponerse en la piel del veterano Walt Kowalski que se negaba a aceptar la petición de la familia de retirarse a un asilo de ancianos en Gran Torino, o como el anciano traficante de drogas Earl Stone en La mula, donde emplea el fuera de campo para darle una paliza a unos matones del cartel (antológico el plano donde mira a la cámara dentro de la camioneta). Aquí muestra todo lo contrario a esa figura imponente que lo hizo un ícono del cine y que todavía demostraba en su vejez. Su caminata lenta, su aspecto escuálido y los gestos temblorosos hasta para quitarse el sombrero y agarrar la taza de café, anuncia que hasta para un vaquero de su calibre el tiempo le ha pasado por encima, mostrando la vulnerabilidad de la ancianidad sin adornos ni exageraciones. El personaje que interpreta, Mike, es un vaquero anciano que, a pesar de la fragilidad de la vejez, se compromete moralmente a ayudar al prójimo y dar lecciones sobre la familia como último testamento, sustituyendo la rudeza por la solidaridad, pero sin renunciar, en ningún momento, a la valentía que le permite defender a los suyos como un héroe en los momentos de peligro.


Clint Eastwood y Eduardo Minett.



El problema fundamental de este western de carretera, creo, es la clarísima falta de pujanza con la que  Eastwood acomoda a sus personajes y los coloca durante una hora y media por las vías facilonas de la rutina y el cliché, como si por su avanzada edad lo hiciera a desganas para cerrar definitivamente una carrera de más de 50 años en la silla de director. Se agradece, por supuesto, el esfuerzo de dirigirla con 90 años (actualmente tiene 91 años), pues muy pocos directores pueden agarrar una taza de café a esa edad sin que le tiemblen las manos, además de encuadrar al vaquero retirado con un estilo visual austero y grisáceo que parece casi como un anuncio comercial de Marlboro. Su drama termina encendido con el significado de que la única fortaleza del hombre bueno es hacer lo correcto, simbolizado quizá por el gallo Macho que Rafo le regala a Mike (el gallo refleja su coraje para proteger, su fuerte temperamento y anuncia la prosperidad que ilumina su camino como los cantos matutinos) en la climática escena de la despedida tras haberlo ayudado a tomar sus propias decisiones en la vida. En la gran pantalla Eastwood siempre ha encarnado a ese gallo de pelea que se hace pasar por macho. Pero desafortunadamente este episodio en la gallera supone, al menos para mí, una despedida regular y algo más que olvidable en su carrera como actor y director. Se apaga tan rápido como la ceniza de un cigarrillo.

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Ficha técnica
Título original: Cry Macho
Año: 2021
Duración: 1 hr 43 min
País: Estados Unidos
Director: Clint Eastwood
Guión: N. Richard Nash, Nick Schenk
Música:  Mark Mancina
Fotografía: Ben Davis
Reparto: Clint Eastwood, Eduardo Minett, Natalia Traven, Dwight Yoakam,
Calificación: 6/10




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