El lunes por la noche paso un rato más que aburrido consumiendo las imágenes de
El último magnate, la última película de Elia Kazan como director. Está adaptada, irónicamente, de la última novela de F. Scott Fitzgerald, quien tristemente la dejó inacabada cuando murió de un infarto en 1944. Como drama ofrece un discreto homenaje al cine clásico de Hollywood de los años 30, pero me resulta tan plana como una cinta de nitrato que se quema a fuego lento con el protagonista inerte que interpreta Robert De Niro, durante dos horas carentes de ritmo que exigen con carácter de urgencia unos cuantos cortes en la sala de montaje. Su protagonista, inspirado claramente en Irving Thalberg, es un productor de un estudio de cine en Hollywood llamado Monroe Stahr. Toda la trama gira alrededor de Stahr en el Tinseltown de los años 30, donde ejerce su poder como cabeza de producción, despidiendo del plató a directores ineptos que no toleran a las actrices pedantes, mirando con ojo crítico las películas producidas en una sala oscura para garantizar el estándar de calidad, enseñando a guionistas borrachos y díscolos a escribir diálogos que sean orgánicos, y sobre todo, enamorándose obsesivamente de una bella joven que le recuerda a una diva del espectáculo que murió años atrás. Kazan encuadra la vida de ese personaje con una reproducción de la época que es bastante vivaz y auténtica cuando muestra la labor en los sets de rodaje y tiñe de blanco y negro las escenas que, a modo de metacine, metaforizan el proceso de realización y la idealización de las estrellas del cine, además de capturar el glamour típico de la época dorada de Hollywood. Pero como tapiz sobre el suelo, mantiene las acciones del personaje en la superficie cuando presenta su auge y caída a través de los tópicos sobre el amor no correspondido, el poder efímero y la ambición suplantada por la tragedia. Todos los personajes que muestra parecen figuras de cera de museo: son estáticos, huecos y artificiosos. Parece casi una pasarela de estrellas desperdiciadas. De Niro, a pesar de que asume con cierta credibilidad el papel del productor arrogante y obsesivo que sacrifica su carrera por una rubia de platino, consigue una interpretación de una sola dimensión, alejada de matices que profundicen los conflictos intrínsecos de su personaje. Su actuación como el magnate que construye la fábrica de sueños es tan floja como olvidable.
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Ficha técnicaTítulo original: The Last TycoonAño: 1976
Duración: 2 hr 03 min
País: Estados Unidos
Director: Elia Kazan
Guion: Harold Pinter
Música: Maurice Jarre
Fotografía: Victor J. Kemper
Reparto: Robert De Niro, Robert Mitchum, Theresa Russell, Ingrid Boulting, Jack Nicholson, Jeanne Moreau, Dana Andrews, Tony Curtis, Ray Milland, Donald Pleasence, Anjelica Huston,
Calificación: 5/10
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