Esta nueva entrega de la franquicia de Halloween en manos de David Gordon Green repite sin sustos ni sustancia las fórmulas bien conocidas del terror slasher.
Las películas de terror de la saga de Halloween están constituidas como una parábola de la naturaleza del mal y la manera en que este colisiona con el miedo. Esta idea, visible desde la primera entrega de la Halloween (1978) de Carpenter, es proyectada a través de Michael Myers, el asesino de la máscara blanca que, con su puñal en la mano, siempre mata a varias personas en la noche de Halloween en la ciudad ficticia de Haddonfield y que a simple vista parece una figura casi inmortal. La violencia no afecta a Michael porque su sangre, metafóricamente, está constituida por ella y se alimenta del pavor de la gente. Michael encarna, por lo tanto, esa maldad invisible del ser humano que está en todas partes, alejada de cualquier espectro de moralidad o empatía y que forma parte del verdadero horror que está ahí afuera y que vemos a diario en las noticias, donde imperan los asesinatos, los suicidios, los traumas, los gritos, el dolor. La secuela de David Gordon Green de 2018, protagonizada por Jamie Lee Curtis, retoma brevemente esos conceptos y conserva la dureza del clásico slasher, pero apuntaba más bien a una alegoría sobre las tres edades de la mujer contemporánea y su robustez ante el peligro.
La película Halloween Kills, estrenada recientemente en las plataformas de streaming y en las salas de cine como una secuela directa de Halloween (2018), procede a reexaminar el rol del malignidad en la sociedad a través del psicópata Michael Myers, relegando a un segundo plano la óptica femenina encabezada por la fuerte Laurie Strode de Jamie Lee Curtis. Si la primera trataba sobre la mujer como víctima, esta, por el contrario, le presta mayor énfasis al camino del victimario y sus acciones. La dirige nuevamente Gordon Green, quien está comprometido para terminar esta nueva trilogía iniciada hace tres años. Pero la cosa no sale bien ni con el mismo director. A diferencia de la antecesora que, renovaba a la agónica franquicia de una manera perturbadora, esta no tiene nada que sea aterrador o emocionante. Me parece una secuela slasher tan plana como la superficie de un cuchillo sin filo, una que traviesa los territorios previsibles del libro de terror con un collage de personajes que están listos para morir en nombre de los sobresaltos baratos que, en lugar de aterrarme o ponerme los pelos de punta con el asesino serial de la noche de Halloween, solo logra que vea lo que pasa como un témpano de hielo.
Halloween Kills comienza justo donde termina la predecesora, pero antes a modo de prólogo presenta al oficial Cameron Elam (Dylan Arnold) mientras encuentra a su compañero herido, el oficial Frank Hawkins (Will Patton), el cual se lamenta por no haber ejecutado al asesino Michael Myers cuando tuvo la oportunidad en aquella fatídica noche de Halloween de 1978. Mediante una prolongada escena retrospectiva, la acción se sitúa en el año 1978 de la cinta original, donde en medio de una persecución policial un joven Hawkins le dispara accidentalmente a su colega mientras persigue al fugitivo Michael Myers y trata de evitar que el Dr. Loomis lo mate en su casa de infancia junto a otros agentes del orden. La escena no solo interroga la eficacia de la policía, sino la manera en que hay crímenes que se simplemente se le escapa de las manos.
En la línea temporal del presente, situada el mismo 31 de octubre de 2018, en un bar cercano varios lugareños celebran el 40 aniversario del encarcelamiento de Michael Myers, entre los que hallan algunas víctimas que sobrevivieron y fueron testigos de la masacre de Halloween del 78, como Tommy Doyle (Anthony Michael Hall), Marion Chambers (Nancy Stephens) y Lindsey Wallace (Kyle Richards) y el padre de Cameron, Lonnie Elam (Robert Longstreet). Paralelamente, luego de haber sobrevivido al ataque de Michael, Laurie Strode (Jamie Lee Curtis), es trasladada de emergencia al hospital junto con su hija Karen (Judy Greer) y su nieta Allyson (Andi Matichak) para reponerse del dolor sufrido. La alegría de todos esos pobladores de Haddonfield se ve siniestrada por un ligero detonante que da por inaugurada la segunda matanza de la noche, cuando Micahel Myers huye del sótano en llamas de la morada de Strode y asesina a un grupo de bomberos con herramientas caseras.
En términos generales, la película se toma la libertad de capturar unas cuantas referencias de las películas pasadas para que los fanáticos que rinden culto a Michael Myers se sientan contentos. Pero me parece que como secuela no tiene muchas sorpresas que digamos y su cojera se hace palpable cuando atraviesa los caminos habituales de la fórmula del slasher de segunda mano de serie B, por lo tanto no es tan difícil anticipar el resultado. Emplea los mecanismos conocidos cuando el psicópata enmascarado anda suelto por las calles nocturnas de un pueblo y despacha brutalmente con su cuchillo a todo aquel que se encuentre en su camino, sin importar la raza o el género, o si son hombres o mujeres, mientras los policías son mostrados como unos ineptos y las mujeres que han heredado la condición de chica final esperan el instante preciso para apuñalar al asesino en una vivienda atiborrada de cadáveres.
Green aprovecha esos elementos para añadir unos cuantos giros y ampliar la puesta en escena de terror con el gore que humedece el piso de sangre, pero se preocupa tanto por la exposición de violencia causada por el homicida que emblandece el componente de suspenso y rara vez consigue un momento que provoque miedo con los efectos de sonido barato y los escenarios oscuros. Los sustos son escasos. Su intención es la de utilizar las acciones de los personajes en un corto tiempo narrativo (tanto la antecesora como esta se desarrollan en una sola noche) para hablar esta vez sobre los corolarios de los linchamientos públicos y la inmoralidad como vía de venganza civil. O sea, que abandona la narrativa de Laurie Strode y la hija traumatizada para darle mayor protagonismo a los civiles atemorizados del condado.
Por un lado, muestra la sed de venganza de unos pobladores de Haddenfield que, al darse cuenta de que el verdugo anda suelto, se disponen a tomar la justica en sus manos y recorren las calles armados con bates, navajas y pistolas para eliminar al matón. Esta insurrección la encabeza Tommy, quien cansado de la ola de homicidios y de los traumas del pasado, forma una pandilla con los ciudadanos que piensan como él para perseguir a Michael y asesinarlo entre la multitud para impedir que pueda herir a más personas. Como es de esperar, los habitantes ejemplares violan las leyes para buscar la justicia ciega, y pronto la espiral de violencia escala hasta mutarse con el pánico, la paranoia y el descontrol de gente acorralada en un Halloween sangriento en el que prima la desesperación y la brutalidad. Esto es vivible con mayor impacto, quizá, en la secuencia del hospital, donde la muchedumbre colérica confunde a un preso con Michael y lo persigue por los pasillos vociferando “¡El mal muere esta noche!” hasta que lo obligan a saltar por la ventana para huir de la persecución, mientras los transeúntes de abajo miran el cadáver destrozado y son testigos de la barbarie que los pone a reflexionar. La escena, con un evidente señalamiento moral, cuestiona si la violencia es viable para resolver los males sociales.
Por el otro, ilustra la odisea de Karen, Allyson y la recién operada Laurie cuando se enteran de la fuga de Michael por las avenidas de Haddonfield. La presencia de ellas es escasa por la decisión de Green de adoptar múltiples puntos vista alrededor del asesino. Pero, a pesar de que sus conflictos intrínsecos se mantienen en la superficie, el trato es más o menos aceptable. Después de ayudar a su madre en los pasillos del hospital inundado de pueblerinos asustadizos, tanto Karen como Allyson toman diferentes callejones para rastrear a Michael, el cual sigue asesinando a los residentes que se encuentra en el trayecto. Laurie piensa salir del hospital para matar a Michael ella misma, pero la herida abierta le impide abandonar el recinto, por lo que le pide a Karen que se una a la cacería liderada por Tommy. Cerca del clímax, Allyson, acompañada de un amigo, es emboscada por Michael en la residencia de infancia de este y, en medio de la turbación, lo apuñala varias veces en el estómago tras atestiguar la muerte de su amigo, pero es arrojada por las escaleras por Michael y se rompe la pierna. Karen, por su parte, llega a tiempo para rescatar a su hija y apuñala a Michael con una horca, quitándole la máscara para afectarlo psicológicamente y permitiendo que su hija escape.
En más de una hora y media de metraje no sucede nada espeluznante y todo se mueve con los engranajes del terror más convencional que, de paso, me saca unos cuanto bostezos cuando los aldeanos poseídos por el diablo apuñalan por la espalda y tirotean al psicópata de la máscara de goma. La secuencia del linchamiento del monstruo de 61 años me tiene sin cuidado, y tampoco me sorprendo al verlo levantarse como si nada para matarlos a todos en fila y luego se aparece por detrás de Karen y la apuñala hasta la muerte para desmitificar el tropo de la «final girl», mientras a distancia Laure observa por la ventana y tiene el presentimiento de que algo malo ha sucedido con su hija en la noche más larga de Haddonfield. Hay demasiados personajes y poco que explorar. Este segundo episodio de Halloween reproduce las fórmulas inútilmente para acumular el conteo de muertes violentas y cumplir con las cuotas del género slasher con un resultado bastante fútil y poco terrorífico. Cuento con los dedos el número de espantos y no llego ni a cinco. Me temo que es una rotunda decepción.
Streaming en:
Ficha técnica
Título original: Halloween Kills
Año: 2021
Duración: 1 hr 45 min
País: Estados Unidos
Director: David Gordon Green
Guión: David Gordon Green
Música: Cody Carpenter, John Carpenter, Daniel A. Davies
Fotografía: Michael Simmonds
Reparto: Jamie Lee Curtis, Judy Greer, Andi Matichak, Will Patton, Anthony Michael Hall,
Calificación: 5/10
Título original: Halloween Kills
Año: 2021
Duración: 1 hr 45 min
País: Estados Unidos
Director: David Gordon Green
Guión: David Gordon Green
Música: Cody Carpenter, John Carpenter, Daniel A. Davies
Fotografía: Michael Simmonds
Reparto: Jamie Lee Curtis, Judy Greer, Andi Matichak, Will Patton, Anthony Michael Hall,
Calificación: 5/10
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