Tiremos los libros, salgamos a la calle es una ópera prima que parecería casi una declaración de principios en la que Terayama experimenta con la estética para afilar su crítica social sobre la alienación de la juventud en la sociedad japonesa moderna, pero el trato heteróclito y rupturista no soluciona un resultado hueco que parece reciclarse como una lata de Coca-Cola durante dos horas bastante largas de rebeldía proto-punk y revolución política, habitada por unos personajes anodinos que solo responden al manifiesto de la oscuridad más obvia. Adaptada de la propia obra de teatro de Terayama, la película adopta un enfoque experimental para narrar, a través de episodios aparentemente inconexos, la vida de un joven japonés que vive en un barrio pobre en el núcleo de una familia disfuncional y que, lentamente, observa cómo su necesidad de liberarse de la rutina social agotadora se transforma en una desilusión que solo garantiza pesadumbre, impotencia y rabia soterrada. A través de un montaje invertido, Terayama capta las peripecias del individuo perpetuamente humillado y la familia de derrotistas con una cámara en mano que imprime una serie de mecanismos estéticos bastante radicales y rompe con las normas establecidas para subrayar esas características habituales de la Nueva Ola Japonesa, como el empleo del encuadre móvil, la ruptura de la cuarta pared, los desencuadres agresivos, la colorización manipulada (filtros verdes, purpúreos y contrastes agudos), la analepsis falsificada, el plano subjetivo, los insertos, la sobreimpresión, fundidos a negro y a blanco, la música extradiegética cargada de punk y travellings maniáticos por las vías del tren y las calles hipermasificadas, consciente en todo momento de su naturaleza metaficcional brechtiana. No dudo para nada de la proeza estética que veo, pero la abundancia de estilo no sintetiza para nada la ausencia de sustancia. Su tratado radical sobre la juventud japonesa alienada socialmente por los efectos corrosivos de la modernidad líquida posguerra pierde fuerza y cae en el reduccionismo más superfluo porque los personajes acartonados solo funcionan como figuras al servicio de un texto subversivo que, si no me equivoco, repite fútilmente la misma bagatela pesimista en clave de marxismo libertario para tratar la descomposición familiar, la infelicidad, el materialismo, la sexualidad, la inmadurez, la discriminación, la violencia sexual, las tradiciones olvidadas, de gente condicionada a la pobreza que ha caído en la trampa de la libertad inalcanzable vendida por los comerciales del capitalismo. Cuando toca el principio de no-duplicidad revela cosas tan obvias como irresolubles. Nunca me veo absorbido por la incertidumbre y el caos que me muestran las imágenes fragmentarias de Terayama. Según los sospechosos de la nueva izquierda es una "obra maestra", pero debo revisar bien, porque, a decir verdad, creo haber visto otra cosa.
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Ficha técnicaTítulo original: Throw Away Your Books, Rally in the Streets (A Sho o suteyo machi e deyou)Año: 1971
Duración: 2 hr 17 min
País: Japón
Director: Shuji Terayama
Guion: Shuji Terayama
Música: Ichirô Araki, Kuni Kawachi, J. A. Seazer, Itsuro Shimoda
Fotografía: Masayoshi Sukita
Reparto: Hideaki Sasaki, Masahiro Saito, Yukiko Kobayashi, Fudeko Tanaka
Calificación: 5/10
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