Crítica breve de 'Canción sin nombre' (2019)

Canción sin nombre

Canción sin nombre me parece un sólido debut de la directora peruana Melina León. Lo he visto aprovechando su estreno en la plataforma de streaming de Netflix y, a decir verdad, es bastante interesante más allá de algunas cosas que sobran. Es un drama conmovedor que, a través de unas imágenes etéreas registradas con un blanco y negro monocromático, ilustra de manera escueta un material de denuncia sobre la trata infantil en el núcleo de la peor crisis socioeconómica y política de Perú de finales los 80. El argumento, escrito con guión de León y Michael J. White, se sitúa en 1988 poco antes del martes negro y relata la dura existencia de Georgina Condori, una campesina andina muy pobre y embarazada que vive con su esposo en una choza ubicada en una montaña remota, donde lentamente camina cientos de kilómetros todos los días para llegar hasta el mercado donde tiene un puesto de víveres. A un ritmo contemplativo, la trama da un giro bastante escabroso cuando Georgina da a luz en una clínica siniestra y su bebé recién nacido desparece en circunstancias misteriosas, ocasionando que ella lo busque desesperadamente por la ciudad con la ayuda de un periodista limeño que es un homosexual reprimido y decide investigar el suceso. En la superficie el discurso del infante desaparecido le sirve a León no solo para hablar sobre las desapariciones y el tráfico de menores, sino, además, sobre el terrible clima sociopolítico y económico de una sociedad peruana que se cae por el abismo de la violencia, en una época en la que los campesinos empobrecidos eran los más afectados por las prácticas brutales de Sendero Luminoso. El niño perdido simboliza la esperanza secuestrada de todo un pueblo a punto de colapsar. En términos generales, León dota a la puesta en escena de significantes con una estética sobria que emplea mecanismos audiovisuales acertados para construir el texto, como la música diegética que describe la penumbra de los pobladores idiosincráticos, el fuera de campo de las radios que anuncian la brutalidad del terrorismo, el blanco y negro monocromático que tiñe de un gris melancólico cada rincón del encuadre, las panorámicas que ilustran la pobreza, la relación de aspecto que evoca una sensación de hostigamiento. El tono es intimista, desgarrador, sin tremendismos ni compases morales, con actuaciones muy orgánicas del reparto que reflejan en todo momento la incertidumbre provocada por la pérdida y el dolor.

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Ficha técnica
Título original: Canción sin nombre
Año: 2019
Duración: 1 hr 37 min
País: Perú
Director: Melina León
Guion: Melina León, Michael J. White
Música: Pauchi Sasaki
Fotografía: Inti Briones
Reparto: Pamela Mendoza, Tommy Párraga, Lucio Rojas, Ruth Armas,
Calificación: 7/10

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