Crítica breve de 'El asesino vive en el 21' (1942)

El asesino vive en el 21
El asesino vive en el 21 es un thriller policial de Clouzot que, con una puesta escena afilada, tiene una intriga atrapante que me mantiene adherido en todo momento al vilo de mi asiento con su whodunit sobre sospechas, mentiras y asesinatos. Aunque Clouzot previamente había codirigido dos largometrajes en los años 30, se puede decir que es en esta ópera prima en solitario donde, por primera vez, saca a la luz esa audacia que definiría luego su estilo con las tramas complejas sobre homicidios, detectives y personajes lóbregos que pintan con inmoralidad una visión pesimista y siniestra de la sociedad francesa entreguerras. Todos los componentes están presentes, además de ser el primero de los polémicos filmes que Clouzot realizó para Continental Films, la productora nazi instalada en la Francia ocupada. El argumento, basado en la novela homónima de Stanislas-André Steeman, se ambienta en París, en el barrio de Montmartre, donde se describe el apogeo investigativo del señor Wens, un inspector de la policía que sigue el rastro de un homicida misterioso que tiene la manía de colocar sobre sus víctimas una tarjeta de visita firmada con el nombre de "Monsieur Durand". A través de dispositivos estéticos como el travelling de seguimiento (fabulosa la secuencia del primer asesinato), el plano subjetivo, el reencuadre, la iluminación expresionista, la elipsis y el primer plano, Clouzot narra las peripecias del detective cuando su investigación lo lleva a disfrazarse de pastor evangélico para infiltrarse en una pensión habitada por personajes excéntricos que levantan las suposiciones de ser el asesino, entre los que se encuentra un ilusionista cínico, un muñequero, un doctor cojo, un boxeador ciego, una escritora solterona de novelas negras, y, también, la novia del inspector. Como lo haría un año después en El cuervo y más tarde en la posguerra con la insólita En legítima defensa, muestra a un grupo variopinto de personajes franceses que llevan sobre sus rostros el sello de un pesimismo que los mantiene atrapados simbólicamente en una sola habitación, mientras el pánico se apodera de sus vidas miserables y son testigos de la muerte anunciada que el detective audaz intenta resolver. Los encuadra en una puesta en escena que tiene las atmósferas oscuras típicas del cine policial, humor ligero con cenefa de farsa, diálogos cáusticos con varias capas de significados (algunas incluso metaficcionales) que señalan al posible culpable y las intenciones más perversas a modo de ironía; pero, sobre todo, un ritmo endemoniado en el que el suspenso in crescendo de las acciones de los personajes me hace olvidar las fórmulas preestablecidas por el whodunit de cabecera. Desde luego, pocas veces deja resultarme interesante por la simbiosis que desarrolla detrás de cada una de las acciones de los personajes, entre los que se destacan, por supuesto, Pierre Fresnay como el detective astuto y desconfiado que sospecha de todo el mundo y, además, Suzy Delair como la histriónica esposa con sueños de ser cantante que provee algo de alivio cómico.

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Ficha técnica
Título original: The Muerdere Lives at Number 21 (L'assassin habite... au 21)
Año: 1942
Duración: 1 hr 24 min
País: Francia
Director: Henri-Georges Clouzot
Guion: Stanislas-André Steeman, H.G. Clouzot
Música: Maurice Yvain
Fotografía: Armand Thirard 
Reparto: Pierre Fresnay, Suzy Delair, Jean Tissier, Pierre Larquey
Calificación: 7/10

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