Sospecho que
Los lobos, el segundo largometraje del cineasta mexicano Samuel Kishi Leopo, es una película que sigue esa tendencia sobre inmigración que en los últimos años se viene dando en el cine de su país. Su retrato es más o menos bienintencionado, rodado a veces con estilo de documental, pero particularmente encuentro un poco manido su discurso sobre inmigración, inocencia y sacrificios maternos, a diferencia de otras obras más sutiles como
Sin señas particulares y
Ya no estoy aquí. Cuenta la historia de Max y Leo, dos niños que, como buenos hermanos, viajan con su madre, Lucía, desde México hasta la ciudad de Albuquerque situada en Nuevo México, Estados Unidos, con la esperanza de alcanzar ese sueño americano que popularmente venden en los anuncios comerciales de Disney World en televisión por cable. El director se sirve de una economía de recursos para acentuar las vicisitudes de esa familia inmigrantes, en una puesta escena minimalista que evita el patetismo, donde predomina la cámara en mano, los silencios, los diálogos escasos, el estilismo de documental como base testimonial y casi toda la acción se desarrolla en los interiores sórdidos de un pequeño apartamento de cuatro paredes que huele a miseria. El encierro de los chiquillos simboliza, a mi parecer, la dura realidad social del emigrante que está condenado al aislamiento para evitar los peligros de la tierra del tío Sam que incluye, entre muchas cosas, la deportación de extranjeros, la falta de oportunidades y las barreras lingüísticas que delatan. Sin embargo, tengo la sensación de que su propuesta se queda entre paréntesis y es un poco indulgente cuando abraza de forma previsible la pérdida de la inocencia de los niños que miran el mundo por la ventana, dibujan sus inquietudes en las paredes y son tan solitarios como los cachorros de los lobos; el dolor de la madre soltera que se sacrifica trabajando día y noche para paliar la difícil situación económica en suelo norteamericano; la gente del barrio que incluye unos cuantos chavales tóxicos y una inquilina china como alivio cómico. Su narrativa atraviesa un terreno seguro, higienizado, de pocas interrogantes, que manosea demasiado la desgracia calculada de una de tantas familias latinoamericanas que se ven obligadas a huir de sus países cruzando la frontera más cercana para hallar un sustento mejor para sus hijos, en un sitio donde la felicidad parece una quimera casi imposible. Nunca se sale del espectro convencional, del drama más obvio. La madre que interpreta Martha Lorena Reyes me parece unidimensional cuando expresa sus inquietudes maternales más inmediatas. La música tiene escaso valor melódico. Por lo menos, empatizo en un par de escenas con las travesuras de los chiquillos que escuchan una vieja grabadora de casetes y sacan de quicio a la vecina asiática de al lado. Todo lo demás pasa ante mis ojos sin pena ni gloria, donde continuamente pienso que ya lo he visto antes con mejores resultados.
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Ficha técnica
Título original: Los lobos
Año: 2019
Duración: 1 hr 35 min
País: México
Director: Samuel Kishi
Guion: Samuel Kishi, Luis Briones, Sofía Gómez-Córdova
Música: Kenji Kishi
Fotografía: Octavio Arauz
Reparto: Martha Lorena Reyes, Maximiliano Nájar Márquez, Leonardo Nájar Márquez, Cici Lau
Calificación: 6/10
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