Crítica breve de 'Primavera temprana' (1956)

Primavera temprana
Con una duración de cerca de dos horas y media, Primavera temprana es una de las películas más largas de toda la filmografía de Yasujiro Ozu, rodada tras los tres años de pausa transcurridos desde el final de la trilogía de Noriko (Primavera tardía, Principios de verano y Historias de Tokio). La duración supone para mí uno de los pocos reproches que tengo sobre ella, sobre todo porque a veces tengo la sensación de que algunos episodios se extienden más allá de lo necesario. Pero no por ello deja de parecerme un drama interesante cuando Ozu, con su estética edificante, construye una observación sobria sobre los dilemas conyugales y la desilusión del asalariado afectado por la modernización de la sociedad japonesa posguerra. Su trama, coescrita con guion de Ozu y su guionista predilecto Kogo Noda, trata la vida de Shoji Sugiyama, un asalariado de mediana edad que está continuamente cansado por la rutina de su trabajo de oficina en una fábrica de ladrillos refractarios situada en Tokio, en donde aprovecha los tiempos libres para tomar unos tragos en el bar de la esquina con otros colaboradores igual de desilusionados, y, además, mantener una relación extramarital con una compañera de trabajo a la que apodan Pez dorado por sus grandes ojos. A través de los diálogos y de un riguroso control compositivo, Ozu revela con el encuadre la existencia monótona de ese salaryman adúltero que esconde sus inquietudes a la esposa ingenua que lo espera en casa, a veces también capturando la desdicha de los otros secundarios insatisfechos con la vida cotidiana. Fundamentalmente encuentro bastante acertado la manera en que emplea la elipsis para señalar los claroscuros de los amantes y los celos de la esposa que sospecha de la infidelidad por los chismes de las vecinas, así como los planos almohada de chimeneas y trenes que indican la incertidumbre de los asalariados atrapados en la vorágine industrial de la modernidad. También los típicos planos tatami en los que encuadra la acción casi a la altura del suelo, en donde usualmente abundan las composiciones con cámara estática, la ruptura de eje, el contrapicado, el plano general, la iluminación expresiva que acentúa emociones y el sobreencuadre que subraya los múltiples coloquios de los personajes condenados a compartir el infierno de la esclavitud del salario en los espacios confinados. Todos esos componentes le sirven a Ozu para ampliar la parte discursiva, en la que examina la manera en que las relaciones matrimoniales y las esperanzas de los oficinistas de cuello blanco son laceradas por el engranaje capitalista de una sociedad japonesa posguerra que progresa al ritmo de la modernización y deshumaniza al hombre hasta borrar de su rostro cualquier rastro de felicidad. Sus personajes son seres que intentan escapar al dolor del duelo, la desconfianza y la asfixiante sensación de no ir a ninguna parte. Y están interpretados de forma orgánica, hierática, destacándose Ryo Ikebe como ese asalario que sufre intrínsecamente por la pérdida de su hijo y la crisis del matrimonio, Chikage Awashima como la esposa celosa que busca la verdad, y Keiko Kishi como la pícara mujer infiel. Es una buena película de la filmografía tardía de Ozu.

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Ficha técnica
Título original: Early Spring (Sôshun)
Año: 1956
Duración: 2 hr 25 min
País: Japón
Director: Yasujirō Ozu
Guion: Yasujirō Ozu, Kogo Noda
Música: Takinori Saito
Fotografía: Yuuharu Atsuta
Reparto: Chikage Awashima, Ryo Ikebe, Teiji Takahashi, Keiko Kishi, Daisuke Kato, Sô Yamamura, Chishu Ryu
Calificación: 7/10

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