Ray y Liz, la ópera prima del fotógrafo británico Richard Billingham como director de cine, es una película que me hace recordar que no todo lo que lleva el sello de aprobación de un festival de cine es algo fuera de serie. No consigo emocionarme con nada de lo que me cuenta y, por momentos, el retrato doméstico con el que reconstruye fragmentos de la infancia Billingham y su familia disfuncional me parece infinitamente plano, a pesar de estar impreso con esa capa de realismo social que era habitual durante los años posteriores al
kitchen sink tradicional, en cineastas como Loach, Davies y Leigh. La trama, escrita por un guion que Billingham escribió a partir de sus memorias personales, cuenta las peripecias de una familia británica de clase trabajadora conformada por los padres irresponsables, Ray y Liz, y los dos niños, Richard y su hermanito Jason. La narrativa se estructura en dos líneas temporales. Por una parte, muestra el estado deplorable de un anciano Ray, que vive como un alcohólico desempleado y solitario en una habitación desordenada, en la que en ocasiones mira por la ventana y suele rememorar los pecados del pasado como padre fracasado. En la otra, a través de un racconto, ilustra las discusiones domésticas del padre holgazán y de la obesa madre malhumorada adicta a la nicotina; las travesuras de los pequeños hijos en los rincones sórdidos del apartamento; la pobreza laminada por la condición socioeconómica de una clase trabajadora sumergida en el abandono; la pérdida de la inocencia de los niños que prefieren buscar padres adoptivos que seguir en el infierno de una familia condenada a la miseria, la irresponsabilidad y el dolor. En términos generales, el argumento examina la manera en que las duras políticas del thatcherismo ampliaban el espectro de inopia y desempleo y, a la vez, desintegraban lentamente el núcleo de familiar de clase obrera hasta abandonarla a su suerte en suburbios donde la falta de solidaridad escasea como la luz del sol en días grisáceos de invierno. Billingham encuadra las situaciones de la familia a través de dispositivos estéticos que están colocados en la puesta en escena para subrayar sus dolencias, como la relación de aspecto 4:3, la elipsis de carácter poética, el sobreencuadre, el primer plano, el plano simbólico, los planos fijos de larga duración con marcado estatismo, los silencios, los interiores claustrofóbicos y sucios. No dudo para nada de lo que puede hacer como esteta con ese estilo austero despojado de cualquier patetismo innecesario, pero, a mi parecer, se preocupa tanto por el lado esteticista de su obra que descuida la narración hasta colocar a los personajes en una especie de inercia, donde utiliza a sus actores como autómatas para reciclar las mismas observaciones sociales sobre su familia disfuncional sin nada relevante que decir. Su melancolía nunca me toca los ojos. El collage autobiográfico me resulta infumable, adocenado y, sobre todo, bastante autoindulgente. Lo he visto en otras películas con resultados más sutiles.
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Ficha técnica
Título original: Ray & Liz
Año: 2018
Duración: 1 hr 48 min
País: Reino Unido
Director: Richard Billingham
Guion: Richard Billingham
Música:
Fotografía: Dan Landin
Reparto: Tony Way, Ella Smith, Justin Salinger, Sam Gittins, James Eeles,
Calificación: 4/10
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