Duro cerca de dos horas y media viendo a
Spider-Man: Sin camino a casa, la nueva película del superhéroe de Marvel que tuvo su estreno hace ya tres meses; en un intento, supongo, de alejarme un poco de esas tendencias que hipnotizan a los consumidores con capa de fanáticos de la cultura pop que registran todo lo que ven con el teléfono móvil para sumarse a la conversación del momento en los foros de especulación y spoilers de Reddit. Lo que presenta ya sospechaba que iba a suceder en un
live-action tras la fórmula del multiverso implantada por la regular
Spider-Man: un nuevo universo. Y es por eso que no creo que se trate de una cosa fuera de serie, ni mucho menos, pero para mi sorpresa, es una secuela entretenida que me engancha, sin llegar al paroxismo, cuando ofrece la pirotecnia con aroma a nostalgia de la araña amistosa del vecindario que se enfrenta a la madurez, a pesar de esa duración con claros fines mercadológicos que extiende el producto más allá de lo necesario. Para cerrar la trilogía se sitúa tras los eventos de
Spider-Man: de regreso a casa y
Spider-Man: Lejos de casa, donde Peter Parker, en un intento de recuperar el anonimato tras la revelación pública de su identidad como el Hombre Araña, acude a la casa de Doctor Strange con el fin de que lo ayude a solventar el problema conjurando algún hechizo que revierta todo. Como es de esperar, hay secuencias de acción que son trepidantes y situaciones divertidas que me alegran la noche con el humor cálido cuando el joven Hombre Araña lucha por lo que es correcto, enfrentándose no solo a las decisiones rígidas de Strange, sino además a los supervillanos de los otras dimensiones que se han colado en su línea temporal, entre los que se hallan Doctor Octopus, Electro, Sandman, Lizard y Green Goblin, mientras su mejor amigo Ned y su novia MJ observan el barullo y ocasionalmente lo ayudan. Si en las predecesoras el protagonista debía balancear su vida privada de los deberes heroicos, en esta ocasión los dilemas morales a los que se expone añaden un tono un poco más serio que funciona, en mi opinión, para ilustrar un comentario sobre la pérdida y el duro proceso a la adultez que el adolescente debe atravesar durante las decisiones cruciales de su vida. El ritmo decae en algunos instantes, pero me parece eficaz la forma en la que Watts equilibra la acción básica del cine de superhéroes y la comedia juvenil de mayoría de edad por la que se ha caracterizado a lo largo de la trilogía, ampliando el espectro paródico y metarreferencial, concibiendo escenas que me logran sorprender cuando regresan los otros dos Hombre Araña que encarnan Tobey Maguire y Andrew Garfield cerca del tercer acto. La banda sonora de Giacchino conmueve mis oídos. La presencia de Tom Holland posee magnetismo, poder gestual y demuestra una pericia física para el rol que la hace, para mí, el segundo mejor en colocarse el traje de Spider-Man detrás de Maguire. La idea del multiverso funciona y tiene resonancia emocional en el clímax. Desde ya, espero una secuela.
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Ficha técnica
Título original: Spider-Man: No Way Home
Año: 2021
Duración: 2 hr 28 min
País: Estados Unidos
Director: Jon Watts
Guion: Chris McKenna, Erik Sommers.
Música: Michael Giacchino
Fotografía: Mauro Fiore
Reparto: Tom Holland, Zendaya, Benedict Cumberbatch, Alfred Molina, Tobey Maguire, Andrew Garfield, Willem Dafoe, Marisa Tomei, Jacob Batalon, Jon Favreau, Jamie Foxx, J.K. Simmons,
Calificación: 7/10
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