Ánimas Trujano es una película mexicana de la que no extraigo otra cosa que un aburrimiento pesado y la infinita sensación de fatiga producida por su narrativa cadavérica sobre avaricia, tradiciones culturales y lucha de clases. La dirige Ismael Rodríguez, director de aquella fascinante obra titulada Nosotros los pobres. Aquí no encuentro nada que me conmueva porque su narración, en cierta medida, parece anclada todo el tiempo al texto hasta colocar a los personajes en una especie de vacío expositivo donde solo responden a un estereotipo rural. El protagonista es Ánimas Trujano, un indígena oaxaqueño alcohólico, ludópata, irresponsable, holgazán, perpetuamente malhumorado, que vive en una pequeña choza con su esposa y sus hijos, esperando el día en que pueda alcanzar la mayordomía del pueblo, el puesto honorífico otorgado por la iglesia católica que suelen ocupar solo los ciudadanos más ricos y respetados, en una festividad anual de la virgen celebrada durante tres días en que el elegido debe asumir todos los gastos de la muchedumbre. De una manera previsible y sin ningún tipo de fuerza emocional, la trama me presenta el carácter problemático de Trujano, mostrándolo como un sujeto repulsivo que gasta lo que gana en las apuestas de peleas de gallo, holgazanea en las horas de trabajo y suele cometer adulterio con una prostituta, además de abusar verbalmente de su hijo ingenuo y de la esposa fiel que mantiene a la familia mientras él mira las nubes. A partir de la segunda mitad, tras la escena en la que Trujano escapa de la cárcel y encuentra la oportunidad de redimirse como mayordomo, Rodríguez, a través de una observación social, no solo refleja el sacrificio moral de alguien obsesionado con obtener el respeto como demostración de superioridad social, sino también la imposibilidad del campesino indígena de escapar del círculo de inopia cuando se convierte en víctima de la codicia que nubla el juicio. En un sentido dialéctico, Trujano alcanza la mayordomía (que simboliza el poder de la riqueza) por la vía fácil de la falta de ética, pero se da cuenta de que, por su condición socioeconómica, no tiene la responsabilidad necesaria para mantenerse en la cima del anhelado prestigio social y se ve obligado a perderlo todo para regresar a su estado de desdicha. La moraleja es, desde luego, correcta; pero todo está demasiado calculado para que suceda la tragedia. La actuación de Mifune, su única filmada en México, me parece un poco acertada cuando emplea su gestualidad para expresar el comportamiento arisco del borracho protagonista, pero en muchas ocasiones su histrionismo luce reciclado y moderadamente sobreactuado, además de que los escasos diálogos de su personaje (aprendidos fonéticamente) solo acentúan, en ciertas escenas, el desbarajuste entre los movimientos de su boca al hablar y la voz doblada al español por Narciso Busquets. El acento oaxaqueño se escucha artificial en los labios de Mifune. Columba Domínguez está más que sobrando como la esposa sumisa. Al menos son encuadrados con cierta sutileza visual por la cámara costumbrista de Figueroa. Lo demás me resulta bastante olvidable.
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Ficha técnica
Título original: Ánimas Trujano (El hombre importante)
Título original: Ánimas Trujano (El hombre importante)
Año: 1961
Duración: 1 hr 40 min
País: México
Director: Ismael Rodríguez
Guion: Ismael Rodríguez, Ricardo Garibay, Vicente Oroná Jr.
Música:
Fotografía: Gabriel Figueroa
Reparto: Toshirô Mifune, Columba Domínguez, Flor Silvestre, Pepe Romay,
Calificación: 5/10
Duración: 1 hr 40 min
País: México
Director: Ismael Rodríguez
Guion: Ismael Rodríguez, Ricardo Garibay, Vicente Oroná Jr.
Música:
Fotografía: Gabriel Figueroa
Reparto: Toshirô Mifune, Columba Domínguez, Flor Silvestre, Pepe Romay,
Calificación: 5/10
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