Crítica breve de 'Cielo amarillo' (1948)

Cielo amarillo
Paso un rato entretenido viendo las imágenes de Cielo amarillo, un western de William Wellman que adapta, con guion de Lamar Trotti, la novela de W. R. Burnett, que a la vez toma prestados elementos de la obra La tempestad, de Shakespeare. Tiene minúsculos instantes predecibles, pero eso no afecta, a mi juicio, una trama bastante intrigante que galopa fuertemente con la destreza de Wellman por los terrenos de la traición, las pasiones y la codicia que destruye a los hombres del oeste. La coloco un peldaño por debajo de El incidente en Ox-Bow, ese western revisionista inolvidable que interroga la moralidad de una tierra inhóspita; pero, desde luego, la disfruto por igual. El argumento se sitúa en 1867, en un contexto posterior a la fiebre del oro, donde una banda de forajidos liderada por el vaquero James "Stretch" Dawson roba un banco y, tras ser perseguidos por soldados, atraviesan a caballo un desierto de sal en el Valle de la Muerte y casi mueren por fatiga y deshidratación. Una parte sustantiva del conflicto se desentraña cerca de un pueblo fantasma, en el que Stretch y sus hombres acorralan a una mujer valiente que vive con su abuelo en una casa porque sospechan que esconden oro descubierto en una mina abandonada cerca de la montaña. El hilo conductor no solo le sirve a Wellman para examinar el dilema moral de un forajido obligado a ser ladrón por las heridas del pasado, sino, además, la manera en que la codicia corrompe la ética de las dinámicas grupales. El metal preciado destroza el aparato de confianza de los bandidos hasta que no queda otra cosa que la desconfianza, la alevosía y la crisis interna de liderazgo, producida, hasta cierto punto, porque todos buscan enriquecerse ilícitamente para escapar de la miseria, aunque el héroe lentamente regresa a un estado moralmente reformado por el amor que lo seduce desde los rincones de la mujer brava que se hace la difícil. Hay una buena actuación de Gregory Peck como el vaquero honesto que se redime usando su pistola en nombre de lo que es correcto. También roles secundarios notables, primero, de Anne Baxter como la mujer indomable que con su rifle espanta al más malvado de los hombres, y, segundo, Richard Widmark como el despiadado bandido que no confía en nadie y está completamente cegado por la ambición. Toda la pandilla de salvajes es encuadrada por Wellman con un pulso rítmico que desarrolla a los personajes con diálogos no iconógenos y mantiene el sentido de acción a través de los tiroteos que se desenvuelven en las praderas desérticas, las minas de oro y los pueblos desolados. Por su puesta en escena abundan panorámicas en blanco y negro que satisfacen mis retinas, logrando un balance entre la tranquilidad y el lado hostil de un territorio donde acechan los peligros apaches. La secuencia del climático tiroteo en la oscuridad del salón, en el que la elipsis sonora construye las acciones ubicadas fuera de campo, es una cosa magnífica. La tensión no se agota hasta ese final feliz, en el que el vaquero alcanza la redención y se queda con la chica.

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Ficha técnica
Título original: Yellow Sky
Año: 1948
Duración: 1 hr 38 min
País: Estados Unidos
Director: William A. Wellman
Guion: Lamar Trotti
Música: Alfred Newman
Fotografía: Joseph MacDonald
Reparto: Gregory Peck, Anne Baxter, Richard Widmark, Robert Arthur, John Russell,
Calificación: 7/10

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