A tan solo un año de haber estrenado la inolvidable
El halcón maltés, Huston volvió a ponerse en la silla de director en
Como ella sola, un melodrama que rodó de forma incompleta antes de partir a la guerra (Walsh tuvo que reemplazarlo para completarlo), con un guión de Howard Koch que está basado en la novela homónima de Ellen Glasgow que fue ganadora del premio Pulitzer en 1941. Por lo que sé, una de las razones por la que Huston llegó a realizarla por encargo fue para ayudar a su amigo Koch en su temprana carrera como guionista. La otra fue para estar cerca de Olivia de Havilland, con la que mantenía una relación romántica. Las dos son excusas perfectamente válidas para el desequilibrio de la ecuación porque, tras haberla visto, noto claramente que se trata de un melodrama irregular al que Huston no le pone mucho empeño a la narrativa errática que atraviesa los mismos lugares predecibles, a pesar de la actuación de Bette Davis que, por momentos, eleva el potencial dramático de la propuesta cerca del tercer acto. La historia se sitúa en Richmond, Virginia, y sigue el trayecto de dos hermanas con nombres masculinos, Roy y Stanley. Una es una mujer honesta, gentil, de buenos modales, casada con un doctor que en el fondo no la quiere. La otra es una mujer bellaca, celosa, egoísta, que manipula hasta el paroxismo a los hombres para conseguir lo que desea, incluyendo al abogado prudente con el que está comprometida. En una primera parte, la trama se concentra en los caprichos de las dos hermanas, particularmente cuando Stanley le roba el marido a su hermana y, Roy, como represalia, conquista al prometido que ella dejó casi arruinado en un parque. Y no sucede nada edificante porque todas las situaciones parecen girar alrededor de la rutina nimia y repetitiva del intercambio de parejas, en una narrativa que no abandona las escenas de familia en los interiores de la casa sureña, las discusiones conyugales y los caprichos de las hermanas diametralmente opuestas. Hay pocos golpes de efecto que impulsen las acciones de las protagonistas, y, a modo subtextual me parece que sobra el componente sobre la discriminación racial como vía de escape moralista. Solo en la segunda mitad el asunto comienza a acrecentar el tono melodramático cuando se detona el comportamiento inestable de la hermana perversa. Es ahí cuando me entusiasmo un poco al ver a Davis haciendo lo que mejor sabía hacer: interpretar a una malvada. Interpreta a Stanley como una mujer envidiosa, déspota, traicionera y terriblemente caprichosa, que cae en el abismo de la desesperación por causa de las inseguridades que le impiden ser feliz con los hombres con los que se relaciona. Junto a ella observo una actuación un tanto tibia de Havilland como la hermana bondadosa que busca afecto y seguridad. Por otro lado, la música de Steiner es solvente ampliando los episodios de la tragedia desde el lado acústico. Todo lo demás, no me provoca ni frío ni calor durante la hora y media que dura el dilema de las hermanas.
Ficha técnica
Título original: In This Our Life
Año: 1942
Duración: 1 hr 37 min
País: Estados Unidos
Director: John Huston
Guion: Howard Koch
Música: Max Steiner
Fotografía: Ernest Haller
Reparto: Bette Davis, Olivia de Havilland, George Brent, Charles Coburn, Dennis Morgan, Billie Burke, Hattie McDaniel,
Calificación: 6/10
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