Crítica breve de 'El fantasma' (1922)

El fantasma
Hasta mi cineteca personal ha llegado una edición restaurada de El fantasma, una película muda de Murnau que por muchos años se catalogaba como perdida, hasta que una copia finalmente fue localizada y recuperada por unos archivistas alemanes cerca de 2006. Y a decir verdad, esperaba algo más. Lejos de algunos apuntes visuales que por momentos añaden ciertas cualidades oníricas, tengo la impresión de que es una pieza menor del cine expresionista temprano de Murnau; una en la que se ausenta el brío emotivo de otras de sus obras del mismo período como Nosferatu, La última risa y Fausto. Aunque, desde luego, se deja ver. Su historia, adaptada de la novela homónima de Gerhart Hauptmann, trata la vida de Lorenz Lubota, un funcionario de una oficina gubernamental y aspirante a poeta que vive con su madre y su hermana en el seno de una familia pobre. En términos estructurales, la narrativa se desarrolla por medio de una larga escena retrospectiva, colocada a partir del instante en que Lorenz camina distraído por la ciudad y es atropellado por una carreta de caballos blancos conducida por una bella mujer. El protagonista está, por lo tanto, en un estado de ensoñación, completamente adormecido por la desrealización que, poco a poco, transforma su personalidad humilde e idealista en la de un ser corrompido a perpetuidad por la obsesión, derivada del amor no correspondido de la mujer fantasmagórica del carruaje de los caballos blancos que anhela poseer. Lorenz desea pertenecer a la burguesía para conquistar a la desconocida, pero sus intentos de encajar en los ambientes cosmopolitas de gente rica, le nubla su juicio y lo pone a deambular moralmente en lo círculos de decisiones erráticas, donde se queda desempleado, se endeuda con su tía prestamista y se deja engañar por el marido estafador de su hermana prostituta hasta convertirse en un ladrón. El subterfugio le permite a Murnau colocar una metáfora que examina, desde la óptica de la diferencia de clases sociales, la manera en que las dos caras de la codicia acorralan al hombre honesto de tinta proletaria hasta exteriorizar las miserias más inmediatas que destruyen su núcleo familiar y sus preciadas quimeras. El personaje me parece bien interpretado por Alfred Abel, sobre todo cuando comunica con su expresividad las inseguridades y los temores internos de ese poeta obsesionado con lo que no puede tener. El problema fundamental es que Murnau no le otorga más de dos dimensiones a su personaje, dejándolo casi siempre en una inercia de situaciones que me resultan infinitamente redundantes, trilladas, carentes de una cohesión que sea orgánica, donde el melodrama permanece en un terreno fútil que es muy propenso al patetismo innecesario. Solo rescato, eso sí, algunos planos interesantes que reflejan las preocupaciones estéticas tempranas del director para el encuadre, a través de la iluminación expresionista que acentúa emociones, la analepsis que señala las ilusiones, el travelling vertical en picado, el travelling circular subjetivo y la sobreimpresión que evoca los sueños imposibles de los más empobrecidos de la sociedad alemana de los años 20.

Ficha técnica
Título original: Phantom
Año: 1922
Duración: 2 hr 01 min
País: Alemania
Director: F.W. Murnau
Guion: Thea von Harbou, Hans Heinrich von Twardowski
Música: Robert Israel
Fotografía: Axel Graatkjaer, Theophan Ouchakoff
Reparto: Alfred Abel, Grete Berger, Lil Dagover, Lya De Putti, Wilhelm Diegelmann,
Calificación: 6/10


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