Hasta mi cineteca personal ha llegado una copia completamente restaurada de Las manos sobre la ciudad, del director italiano Francesco Rosi, en un intento de recuperar su filmografía selecta tras haber visto hace algunos años la irregular Salvatore Giuliano, estrenada apenas un año antes. Esta me resulta infinitamente superior, a pesar de la carga maniquea que construye su imagen-ideología. Rosi la edifica con una puesta en escena bastante sobria que nunca pierde el pozo dramático ni el sentido de realismo polisémico para interrogar la corrupción burocrática en la esfera municipal de la sociedad italiana posguerra, enriquecida por la presencia de ese gran actor que era Rod Steiger. Por lo que sé, Rosi consideró realizarla como un documental, pero por temor a la censura política de los funcionarios que quería denunciar y que todavía ostentaban el poder en aquel momento, eligió el camino de la ficción, a pesar de que el lado documentalista está bien presente en muchas escenas. Su argumento gira en torno a la figura de Edoardo Nottola, un poderoso empresario y político inescrupuloso que opera como regidor municipal en las filas del partido de derechas que gobierna la ciudad, mientras se preocupa por señalar a sus colaboradores sus planes ambiciosos de ampliar un proyecto de expansión urbanista lejos de los marcos legalmente establecidos. Tras el colapso casi simbólico de un edificio en un suburbio de clase obrera, se examina desde distintos ángulos las maniobras del concejal de urbanismo que está dispuesto a hacer lo que sea para tapar la corrupción con la que se limpia las manos; pero también las duras críticas de un regidor honrado de un partido de izquierda que exige junto a los suyos establecer una comisión para investigar la burbuja especulativa de la construcción de la cuidad y la constructora de los edificios controlada por el concejal maquiavélico para enriquecerse ilícitamente; mientras, por otro lado, surgen las negociaciones de los políticos de derecha que intentan mantenerse en el poder de cara a las elecciones por la vía del soborno y las alianzas bipartidistas. Siguiendo ese estilo de imagen-investigación, en la que la el ojo de la cámara se vuelve un cronista ocular para clarificar dudas y describir realidades inmediatas, Rosi encuadra desde varios puntos de vista las conspiraciones políticas de los burócratas de saco y corbata que abusan del poder mientras los infelices de clase obrera sufren las consecuencias de sus acciones en las partes más bajas de la pirámide social, entendido desde el contexto histórico-político de una izquierda napolitana de los sesenta que señala con los dedos a los manipuladores sin escrúpulos morales que están en el centro y la derecha. Sus personajes aquí son simples estereotipos expositivos al servicio del maniqueísmo político más obvio e higienizado de la izquierda (casi santifica a los comunistas), pero mostrados de una forma aterrizada que casi siempre me parecen creíbles cuando discuten a puertas cerradas sobre las corruptelas inmobiliarias, destacándose siempre Steiger como ese alcalde corrompido hasta la médula que, como arribista, es fiel a la bandera del dinero y busca escapar de la enorme presión mediática ejercida por el barullo de corruptela urbana para quedarse en el techo. También escucho un melodioso leitmotiv de Piero Piccioni. Solo por eso, digamos, funciona adecuadamente como material de denuncia.
Título original: Hands Over the City (Le mani sulla città)
Duración: 1 hr 41 min
País: Italia
Director: Francesco Rosi
Guion: Francesco Rosi, Raffaele La Capria, Enzo Provenzale
Música: Piero Piccioni
Fotografía: Gianni Di Venanzo
Reparto: Rod Steiger, Salvo Randone, Guido Alberti, Marcello Cannavale,
Calificación: 7/10
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