Crítica de la película 'Anna Christie' (1930)

Anna Christie
Anna Christie es un melodrama pre-code bastante regular de Clarence Brown que solo funciona, en mi opinión, como un vehículo de mercadeo para que la Garbo luzca su seductora voz de contralto y pida un whisky a medianoche en la taberna de un muelle cualquiera. Escuchar hablar a Garbo por primera vez es quizás lo único que me resulta interesante, porque ni siquiera su voz es suficiente para elevar el tono dramático de una narrativa nimia sobre alcoholismo y prostitución en la que no sucede nada alarmante que me llegue a conmover durante hora y media. Se trata, en efecto, de la primera sonora que ella protagonizó para la MGM tras la estela de cine mudo que la lanzó al estrellato, rodada en tan solo 20 días y adaptada por Frances Marion de la famosa obra de Broadway de Eugene O'Neill. En la trama, Garbo interpreta a Anna "Christie" Christofferson, una mujer de unos 20 años que regresa desde Minnesota para quedarse un tiempo a vivir con el padre borracho que la dejó a cargo de unos parientes cuando ella era pequeña con el fin de irse al mar a trabajar como marinero en una barcaza de carbón en Nueva York. A través de los diálogos y un estatismo que mimetiza el teatro, Brown revela las miserias internas de los personajes para examinar tópicos como la disfuncionalidad familiar, la prostitución y las secuelas del alcoholismo, en una puesta en escena estática y por momentos atmosférica que, en términos proxémicos, aprovecha el espacio decadente de los muelles para transferir simbólicamente la cuota de desdicha y la naturaleza humana que a menudo cambia como las olas del mar; donde observo que todavía quedan rastros de los viejos hábitos del cine mudo: planos generales, planos medios, intertítulos, escenas de larga duración. Sus personajes anhelan remedirse por los pecados del pasado para alcanzar un atisbo de reconciliación, comenzando por el padre alcohólico que se refugia en el whisky para olvidar la culpa y encuentra algo de regocijo al lado de su hija recién llegada; la mujer impasible y desilusionada que busca sanar las heridas provocadas por todos los hombres que conoció en el burdel para hallar el amor verdadero; el marinero irascible y machista que desea casarse para sepultar los fracasos amorosos de su vida miserable. Los ingredientes necesarios para el buen drama están presentes, pero me temo que Brown los desaprovecha para mantenerse en la marea baja de las conversaciones aburridas que se repiten como los días del calendario, dejando a los personajes flotando entre la ausencia de golpes de efecto y la inercia de situaciones arrítmicas. No siento que haya un impulso dramático que añada dimensiones a la psicología de los personajes, y todo permanece en los coloquios anodinos en el bar o en los interiores de la embarcación. Solo me atrevo a rescatar la actuación de Greta cuando ejerce sus cualidades expresivas para capturar, con fidelidad y cierto histrionismo, el rostro de una mujer solitaria que anhela recuperar la felicidad para deshacerse de las relaciones que solo le traen amargura y decepciones sentimentales. Se dice que durante los inicios del sonoro la MGM mantuvo a Garbo fuera de papeles en producciones sonoras por el temor a que no tuviera éxito alguno por su voz. Esta película prueba cuán equivocados estaban, sobre todo porque la voz apesadumbrada y de tonalidad baja de Garbo se adecúa naturalmente para captar el tormento de la protagonista. 

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Ficha técnica
Título original: Anna Christie
Año: 1930
Duración: 1 hr 29 min
País: Estados Unidos
Director: Clarence Brown
Guion: Frances Marion
Música: William Axt
Fotografía: William H. Daniels
Reparto: Greta Garbo, Charles Bickford, George F. Marion, Marie Dressler,
Calificación: 6/10

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