Crítica de la película 'El teléfono negro' (2021)

El teléfono negro
El teléfono negro no es exactamente una película que me coloque en un estado de trance o que me lleve al paroxismo emocional, pero considerando los estrenos del género que he digerido en los últimos meses esta, sin lugar a dudas, supone para mí una cinta de terror escalofriante y bastante original, que solo se toma unas cuantas llamadas de larga distancia para comunicar con destreza los sustos más inesperados de factura sobrenatural. Está adaptada del cuento corto del mismo nombre escrito por Joe Hill. Y la dirige Scott Derrickson, un cineasta que siempre me ha parecido irregular y que por lo visto regresa a sus orígenes formales como artesano del horror, como ya lo había demostrado en El exorcismo de Emily Rose y Siniestro. El argumento sitúa la acción en los años 70 y trata sobre Finney Shaw, un niño tímido e inseguro que vive en un pequeño pueblo de Colorado junto a su hermana traviesa y su padre alcohólico, donde en la escuela constantemente es acosado por los abusivos que lo ven como un débil, mientras la localidad es asaltada por la noticia de un secuestrador de niños al que los medios han apodado como El Raptor ("The Grabbler"), cuyo modus operandi consiste en raptarlos vestido con una máscara diabólica y sombrero de copa para colocarlos en su camioneta negra y llevarlos a la guarida de nunca jamás. El asunto despierta mi interés y me coloca en un lapso de tensión, sobre todo cuando el protagonista es secuestrado por el psicópata y en el sótano oscuro descubre un teléfono negro de disco que suena a pesar de estar desconectado, con el que aparentemente puede escuchar las voces de los otros niños asesinados que le indican lo que tiene que hacer para sobrevivir. En términos generales, Derrickson estructura la premisa con el efectismo habitual de la narrativa de terror supernatural sobre fantasmas y premoniciones, ocasionalmente utilizando la analepsis para subrayar la dudas internas que los personajes comparten de modo intersubjetivo, acercándose cerca del clímax al slasher más convencional que es un poco previsible. Pero su propuesta siempre me resulta aterradora y sorpresiva por la manera en que narra todo con ritmo trepidante y, al mismo tiempo, evoca atmósferas claustrofóbicas en los espacios cerrados para ampliar el espectro de miedo y de paranoia en la casa maldita, sin que los personajes pierdan la consistencia. La atemporalidad del relato no solo le sirve para examinar como parábola los temores intergeneracionales del los preadolescentes que caen en la trampa del bullying, sino, además, la fuerza de voluntad para reponerse de las inseguridades que le impiden avanzar. Dentro de los marcos del género, presenta actuaciones convincentes del reparto, de los que destaco a Mason Thames como el chico timorato; Madeleine McGraw como la hermanita desobediente que sigue las pistas de sus sueños premonitorios para rescatar a su hermano; y, sobre todo, Ethan Hawke como el perverso y retorcido villano que oculta el pasado traumático debajo de la máscara y juega con la honestidad de su víctima para saciar sus impulsos violentos en el sótano de la locura. Cuando Hawke está en pantalla, el terror se vuelve real y alcanza otra dimensión de la que es difícil escapar.

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Ficha técnica
Título original: The Black Phone
Año: 2021
Duración: 1 hr 43 min
País: Estados Unidos
Director: Scott Derrickson
Guion: C. Robert Cargill, Scott Derrickson
Música: Mark Korven
Fotografía: Brett Jutkiewicz
Reparto: Ethan Hawke, Mason Thames, Jeremy Davies, James Ransone,
Calificación: 7/10

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