En Adú, el segundo largometraje del realizador español Salvador Calvo tras una actividad larga en la televisión, observo que se cuentan unas cuantas historias separadas geográficamente bajo los estatus del cine coral. Pero durante las dos largas horas que dura el asunto no consigo involucrarme con nada de lo que me narra y pronto caigo prisionero de un aburrimiento, en parte porque sus relatos atraviesan de forma bastante higienizada las fronteras ya conocidas sobre la inmigración y la reconciliación paternal, sin ningún momento que ofrezca algún impulso dramático sobre los tópicos moralizantes que retrata a través de unos personajes superfluos. El primero relata la odisea de Adú, un niño de seis años que sufre la pérdida de su madre y de su hermana mayor, mientras sobrevive como puede al lado de un joven llamado Massar, con el fin de cruzar varios países africanos para poder alcanzar España como un refugiado más, de los miles que cada día se juegan el pellejo intentando saltar la reja. El segundo narra la vida de un activista medioambiental que, tras ser testigo de la muerte de un elefante en manos de cazadores, se desplaza hacia las ONG vecinas para seguir consiguiendo ayuda para su lucha contra la caza furtiva, mientras de paso intenta reconciliarse con la hija recién llegada de España a la que abandonó hace muchos años. El tercero, quizás el peor de los tres, muestra a un grupo de guardias civiles en Melilla mientras se preparan para detener a un gran número de subsaharianos que están dispuestos a saltar la verja perimetral fronteriza. En términos generales, cada episodio arranca de una manera esquemática que, a pesar del trato bienintencionado, poco o nada se toma la molestia de colocar a los personajes en situaciones que no sean previsibles. Los personajes solo responden a estereotipos manidos (el policía honesto, el refugiado, el activista, la rebelde sin causa) y son expuestos como simples víctimas de problemas familiares, de la desgracia del destino, de países africanos sumergidos en la inopia que invitan a los ciudadanos a buscar la mano humanitaria que nunca llega para resolver sus contrariedades sociales. Pero nunca hay interrogantes que inviten a un razonamiento serio. De nada sirven los elefantes que simbolizan la protección y la fuerza de voluntad. Todo está demasiado puesto al servicio de los golpes bajos, de las escenas facilonas, del patetismo más barato para dialogar de manera superficial y acartonada sobre la crisis migratoria, con breves intervalos que también hablan de la paternidad, la pobreza y la protección medioambiental. Ni siquiera un actor de la talla de Luis Tosar tiene tiempo para demostrar su pericia expresiva como la ha hecho en otros trabajos de mayor envergadura. Al rato me olvido de los secundarios de Anna Castillo y Álvaro Cervantes. La música de carácter empático me llega a molestar. Solo me parece orgánico el rostro de inocencia del pequeño Moustapha Oumarou y alguno que otro plano exótico de las paradas que hace en los países de África. Lo demás pasa ante mis ojos sin pena ni gloria, como me ha pasado con tantas otras propuestas similares colgadas en Netflix.
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Ficha técnica
Título original: Adú
Título original: Adú
Año: 2020
Duración: 1 hr 59 min
País: España
Director: Salvador Calvo
Guion: Alejandro Hernández
Música: Roque Baños
Fotografía: Sergi Vilanova
Reparto: Luis Tosar, Anna Castillo, Álvaro Cervantes, Miquel Fernández, Zayiddiya Dissou
Calificación: 5/10
Duración: 1 hr 59 min
País: España
Director: Salvador Calvo
Guion: Alejandro Hernández
Música: Roque Baños
Fotografía: Sergi Vilanova
Reparto: Luis Tosar, Anna Castillo, Álvaro Cervantes, Miquel Fernández, Zayiddiya Dissou
Calificación: 5/10
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