Crítica de la película 'El enviado del diablo' (1949)

Alias Nick Beal
Alias Nick Beal es una película de John Farrow que me toma por sorpresa por la manera en que, metódicamente, traslada el mito de Fausto a los terrenos del cine negro de misterio para contar una historia turbia sobre chantaje, manipulación y corrupción política, con una actuación maquiavélica de Ray Milland. Es la tercera que protagonizó Milland a las órdenes del director, estrenada apenas un año después de El reloj asesino y Mil ojos tiene la noche; otros dos filmes del director con los que comparte ciertas similitudes. Su trama sigue a Joseph Foster, un fiscal del distrito que quiere postularse al cargo de gobernador con la finalidad de barrer el inframundo de gánsteres que corrompe la administración pública y las calles de la ciudad bajo el liderazgo de un jefe que responde al nombre de Frankie Faulker. El detonante comienza a sembrar sus semillas cuando aparece Nick Beal, un hombre misterioso que le propone un pacto al fiscal íntegro para acabar como los criminales que le impiden ascender como figura de poder y autoridad. Los dos personajes funcionan, metafóricamente, como aquel relato goethiano en el que Fausto le vende su alma a Mefistófeles para conseguir lo que desea a cambio de la condena eterna de servidumbre en la isla de las Almas Perdidas; pero traducido, en efecto, a las mecánicas de las políticas norteamericanas del período posguerra. En términos argumentales, Farrow narra el asunto con un ritmo pausado en el que intenta tocar varios acontecimientos en poco tiempo, pero consigue el efecto deseado a través de los diálogos solventes, las situaciones inesperadas que ocurren fuera de campo, las escenas a puertas cerradas que mantienen una cuota considerable de intriga y unos personajes interesantes que encajan en los estereotipos de forma adecuada. Su puesta en escena, fotografiada con la lente de Lionel Lindon, eleva el tono de misterio cuando encuadra las atmósferas brumosas del muelle, las calles oscuras de la ciudad y la iluminación expresionista que ocasionalmente revela sobre el rostro de los personajes las intenciones más siniestras al dialogar en los interiores. Escucho también una música bastante competente de Franz Waxman para comunicar las tragedias que se avecinan. Pero supongo que ninguno de esos elementos funcionaran adecuadamente sin la presencia de Milland. La actuación de Milland siempre me parece convincente como ese hombre sinuoso, de mirada fría, que está más allá del bien y del mal, que como asesor maquiavélico se aparece en los lugares sin tocar la puerta para mover los hilos de las diabluras que planea meticulosamente con el fin de hundir a su víctima en el fango de la inmoralidad. También la de Thomas Mitchell como el político inseguro y honesto que se ve involucrado en el escándalo, y la de Audrey Totter como la femme fatale que desea seducir al diablo. El final tiene un componente moralizante que es un poco blandengue desde su óptica religiosa (quizá sugerido por los señores del código), pero desde luego, no deja de resultarme inquietante cuando añade su capa sobrenatural a los tropos característicos del film-noir.

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Ficha técnica
Título original: Alias Nick Beal
Año: 1949
Duración: 1 hr 32 min
País: Estados Unidos
Director: John Farrow
Guion: Jonathan Latimer
Música: Franz Waxman
Fotografía: Lionel Lindon
Reparto: Ray Milland, Audrey Totter, Thomas Mitchell, George Macready,
Calificación: 7/10

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