Crítica de la película 'Depredador: La presa' (2022)

Depredador: La presa
Asisto con cierta cautela al estreno en Hulu de Depredador: La presa, la nueva película de la franquicia que es ya uno de los estrenos más vistos en la plataforma y que, por alguna razón que desconozco, ha gozado de muchos aplausos de la prensa supuestamente especializada. Desafortunadamente, la recibo en un estado neutro y no sirve de nada que la dirija Dan Trachtenberg tras el estupendo debut que tuvo en Avenida Cloverfield 10. Me parece una precuela regular y un poco básica, que nunca se mete en mis vísceras cuando despliega en el bosque de los nativos su híbrido de acción y de terror de ciencia-ficción, a pesar de los apuntes visuales con las referencias rebuscadas y el comentario sobre el empoderamiento femenino que encaja con las modas actuales. Su argumento se sitúa en el año 1719 en el territorio Comanche, donde la joven Naru es una guerrera feroz y muy habilidosa, criada como curandera bajo la sombra del hermano mayor al que idolatra y de los cazadores machistas de la tribu que constantemente reprochan sus debilidades solo por ser hembra, que pone a prueba su sentido de supervivencia y adaptabilidad cazando animales salvajes en el bosque, con la finalidad de completar un ritual ancestral de cacería que consiste en cazar a un puma para convertirse en jefe de guerra. El arranque mantiene mis expectativas cuando la protagonista adolescente sobrevive al horror del machismo y la discriminación junto a su perro, mientras levanta las sospechas en la flora sobre el depredador invisible que desuella osos a plena luz del día, en algunas secuencias de acción aceptables que alcanzan su punto fuerte en la del encuentro con los colonos franceses perversos en medio de la niebla. Sin embargo, la necesidad de siempre seguir estancada en las fórmulas preestablecidas por la saga, mantiene todo en una superficie previsible que avanza de una manera mecánica y pocas veces se detiene a añadirle capas de dimensiones a los conflictos internos de la protagonista, más allá de la parábola sobre el autodescubrimiento y la necesidad de valerse por sí misma. Observo mucha gratuidad en las muertes, el salvajismo y la típica violencia del gore de segunda mano, pero no hay nada que me haga poner las manos sobre la cabeza. Trachtenberg deja todo demasiado colocado para que la protagonista mate en una emboscada al alienígena homicida acartonado sin derramar ni una gota de sangre y demuestre con mucha facilidad que es una superdepredadora que está en la cima de la cadena alimentaria al servicio del feminismo. Por lo menos me resulta acertada la manera en que concibe atmósferas que evocan de forma auténtica la hostilidad del período histórico de los indígenas Comanche a través de efectos especiales y de un sonido que envuelve, así como la pericia física que demuestra Amber Midthunder para cazar depredadores del espacio cuando se mueve entre los arbustos para atacar (aunque no tenga ni tiempo para dialogar). El esfuerzo se agradece, pero para mí solo hay una película de Depredador. Se estrenó en 1987 y la protagoniza Arnold Schwarzenegger. Esta precuela está por debajo, no le llega ni a los talones.

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Ficha técnica
Título original: Prey
Año: 2022
Duración: 1 hr 39 min
País: Estados Unidos
Director: Dan Trachtenberg
Guion: Patrick Aison
Música: Sarah Schachner
Fotografía: Jeff Cutter
Reparto: Amber Midthunder, Dane DiLiegro, Stefany Mathias, Stormee Kipp,
Calificación: 6/10

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