El asesino es una película de Elio Petri que recibo con cierta indiferencia y que, tras el visionado, me asalta la sensación de que es una de las obras tibias de su corta filmografía. Como ópera prima muestra, desde luego, el compromiso político de Petri y sus inclinaciones formales más tempranas, pero su trama policial parece anclada a un registro de interrogatorios que se repite inútilmente para que Marcello Mastroianni demuestre sus dotes de seductor. Prefiero la colaboración que tienen en la satírica
La décima víctima. En esta ocasión, Mastroianni interpreta a Alfredo Martelli, un hombre con un pasado escabroso que es detenido por la policía y es sometido a una larga sesión de preguntas como sospechoso principal de la muerte de Adalgisa De Matteis en un hotel junto al mar, una mujer muy rica que era una de sus tantas amantes. A través de un uso intrusivo de la analepsis y de una puesta en escena de ligeros rasgos neorrealistas en la que todo se encuadra por medio del encuadre móvil, Petri arma las piezas del caso del acusado situando la mayor parte de la trama en los interiores de la jefatura cuando este recuerda los episodios de su vida mientras responde bajo presión a las preguntas que le hace el jefe Palumbo para obligarlo a escupir la verdad; entre los que se encuentra su pasado izquierdoso, las relaciones que tiene con varias mujeres, el interés de gozar de los lujos como un oportunista sinuoso, el distanciamiento de su madre viuda y enferma, la dedicación al negocio de antigüedades falsificadas con las que engaña a los clientes. El análisis del personaje le sirve a Petri para esbozar una observación social entendida como la culpabilidad de un individuo de clase proletaria que, por la ausencia de oportunidades y las miserias familiares, ha perdido cualquier rastro de moral con el único fin encarar las vicisitudes de su vida solo a través del arribismo y de las mentiras, refugiándose solo con mujeres casadas de la burguesía que le regalan riqueza a cambio del placer de la seducción. Es, metafóricamente, un asesino en el sentido de que ha matado la ética de los valores morales para ser un sujeto correctamente alineado con las reglas del individualismo que es típico de una sociedad capitalista y, por lo tanto, es "culpable" porque eso es un crimen para los jueces del colectivismo. El problema fundamental, a mi parecer, es que Petri se preocupa demasiado por mantener la existencia del personaje en la inercia de las interrogaciones policíacas y de los testimonios (nótese la secuencia casi documental de la gente, algunas de clase obrera, que hablan sobre el protagonista) en la cárcel que no ofrecen nada verdaderamente revelador más allá del componente sociológico que opera como significante. Su protagonista, interpretado con cierto carisma por Mastroianni, simplemente carece de matices y queda en el territorio ambulante de la superficialidad al servicio del subtexto, en donde hay mucha descripción, pero se ausentan las dimensiones dramáticas. Se agradece, por supuesto, el esfuerzo, pero no deja de ser una propuesta liviana del realizador italiano.
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Ficha técnica
Título original: The Assassin (L'assassino)
Año: 1961
Duración: 1 hr 46 min
País: Italia
Director: Elio Petri
Guion: Pasquale Festa Campanile, Massimo Franciosa, Tonino Guerra, Elio Petri
Música: Piero Piccioni
Fotografía: Carlo Di Palma
Reparto: Marcello Mastroianni, Micheline Presle, Cristina Gaioni,
Calificación: 6/10
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