Crítica de la película '20.000 leguas de viaje submarino' (1954)

20.000 leguas de viaje submarino
Como aventura de ciencia-ficción, 20.000 leguas de viaje submarino supone para mí una película espléndida de Richard Fleischer que nunca pierde el sentido de espectáculo durante el viaje subacuático en CinemaScope firmado por Walt Disney Pictures. A pesar de las ligeras omisiones, mantiene la esencia de la novela homónima de Julio Verne, siendo la segunda vez que se adapta al cine tras la película muda de 1916. Y las dos horas que dura avanzan como tiburón en el mar. Su argumento se sitúa en 1870 y trata sobre Ned Land, un marinero necio y mujeriego que se une a la tripulación de una fragata de guerra, junto a un profesor y su asistente, con el fin de hallar y destruir en el mar a un supuesto monstruo marino que hunde las embarcaciones que toca al sur del océano Pacífico; pero su embarcación se hunde cuando son embestidos y terminan siendo rescatados por una tripulación, donde descubren que la criatura que intentan cazar no es más que un barco sumergible (insólito para la época) llamado Nautilus, diseñado por un hombre siniestro conocido como el capitán Nemo para descubrimientos científicos. En términos generales, la trama sigue de una manera convencional los tropos habituales del género de aventuras en el mar, donde los héroes ordinarios descubren cosas extraordinarias mientras navegan hacia aguas desconocidas, pero me engancha como un pescado en un arpón porque los personajes tienen personalidades bien esbozadas que los aleja brevemente de los estereotipos manoseados, además de que son muy entretenidas las secuencias submarinas en las que bucean y luchan contras las calamidades que se encuentran en el camino; como las discusiones que interrogan el mando, los encontronazos con los caníbales en una isla tropical, los paseos con traje de buzo por los arrecifes submarinos y la climática contienda con el calamar gigante en medio de una tormenta que sacude los mares a plena luz de la noche. Destaco, ante todo, la gran actuación de James Mason como ese antihéroe resentido que huye como misántropo en su submarino para olvidar el trágico pasado y alimentar su deseo de venganza hacia los hombres irracionales que laceraron su dignidad humana; en un rol que irradia locura y genialidad cuando se expresa. También la de Kirk Douglas como el arponero engreído y duro que planea su escape de la prisión marítima, mientras demuestra su pericia física en las escenas de mayor riesgo en el agua. Fleischer los mantiene a flote en su epopeya Technicolor, en una puesta en escena que presta atención al detalle en los decorados de acero construidos en los interiores del Nautilus (el salón con órgano, la ventana de observación, la cabina de control, etc.), así como los efectos especiales (las descargas eléctricas, las explosiones, los tentáculos del calamar gigante, el diseño exterior del submarino) que pueden lucir algo acartonados si se pone mucha atención pero que, a pesar de todo, resisten el paso del tiempo. Su viaje fantástico por las profundidades acuáticas arranca con un ritmo ágil que pocas veces abandona su brújula para entretenerme y, sobre todo, para colocar una pequeña parábola sobre los peligros de la era atómica, desde la mirada de la megalomanía industrial que sepulta cualquier rastro de humanidad a miles de metros de profundidad.

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Ficha técnica
Título original: 20,000 Leagues Under the Sea
Año: 1954
Duración: 2 hr 07 min
País: Estados Unidos
Director: Richard Fleischer
Guion: Earl Felton
Música: Paul J. Smith
Fotografía: Franz Planer
Reparto: Kirk Douglas, James Mason, Paul Lukas, Peter Lorre, Robert J. Wilke,
Calificación: 7/10

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