Crítica de la película «El salvaje» (1953)

El salvaje
El salvaje es una película de László Benedek que se destaca, ante todo, por examinar la cultura de los motociclistas renegados que ha calado en el imaginario colectivo desde los años 50. Es, si no me equivoco, la primera en establecer los parámetros de la subcultura de motociclistas con chaquetas de cuero que viajan por los pueblos buscando problemas, además de ser la responsable de catapultar la imagen de Marlon Brando como ícono cultural. Sin embargo, lejos de la presencia de Brando como el rebelde con causa, me resulta bastante anodina la manera en que interroga el pandillerismo y la delincuencia juvenil, a través de unos personajes acartonados que no tienen ningún tipo de grosor dramático cuando responden a los estereotipos. En la trama, basada en la novela corta de Frank Rooney titulada "Cyclists 'Raid" (publicada por Harper's Magazine en 1951), Brando interpreta a Johnny Strabler, el líder duro y temerario de una banda de motoristas problemáticos que llega a un pueblo en el oeste californiano, donde entre otras cosas se enamora de la cantinera que es hija del sheriff local y observa, con cierta mirada de apatía, cómo su grupo de pandilleros causa un alboroto en las calles del condado sin que la policía intervenga. De cierto modo, el arranque es más o menos interesante cuando el protagonista intenta seducir a la chica del bar que se resiste y lucha contra el jefe de una pandilla rival que antes era su amigo; pero llega un momento en que me asalta una sensación de aburrimiento provocada, sobre todo, por las situaciones redundantes que en cada escena parecen repetir el ritual de violencia, las peleas absurdas y las vueltas en moto por las calles con el único fin, supongo, de subrayar, con algunos elementos de la generación beat, las consecuencias del pandillerismo y la manera en que esta perturba el orden social establecido por las leyes, así como el fenómeno cultural del motociclismo entendido como un síntoma de rebeldía que se manifiesta en la posguerra por jóvenes inadaptados que recurren el camino de la libertad para tomar por la fuerza las oportunidades que la sociedad le ha negado. El protagonista, al igual que sus secuaces, es un hombre marginado que transita al margen de la ley con el objetivo de escapar del rechazo y el pasado disfuncional (violencia intrafamiliar, pobreza, abusos, heridas psicológicas, etc.) que lo obligó a convertirse en un antisocial para sobrevivir en la jungla de asfalto como un nómada salvaje al que les imposible encajar en ninguna parte. Está interpretado con un registro expresivo bastante creíble por Brando, que comunica su actitud arrogante con la mirada, los gestos y el vestuario amenazador (chaqueta de cuero, patillas largas, gafas de sol, gorro inclinado, jeans, botas de cuero negro) mientras anda montado en la motocicleta Triumph. Benedek lo encuadra en una puesta en escena que, en ocasiones, aprovecha la iluminación y el primer plano para ampliar el desasosiego del personaje casi como si se tratara de un western. Pero me parece que falla a la hora de establecer un sentido de ritmo que impulse la narrativa y evite que los personajes inacabados se descarrillen por las autopistas facilonas y más previsibles de las lecciones morales.

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Ficha técnica
Título original: The Wild One
Año: 1953
Duración: 1 hr 19 min
País: Estados Unidos
Director: Laslo Benedek
Guion: John Paxton, Ben Maddow
Música: Leith Stevens
Fotografía: Hal Mohr
Reparto: Marlon Brando, Mary Murphy, Robert Keith, Lee Marvin,
Calificación: 5/10

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