En
El souvenir II, observo detenidamente que la cineasta británica Joanna Hogg regresa de nuevo al metacine para encuadrar, en clave semi-autobiográfica, los altibajos emocionales de una mujer que se refugia en el cine para sepultar la amargura de su existencia. Pero al igual que en
El souvenir, no consigo de ninguna forma conmoverme cuando veo el sufrimiento interno de la protagonista. Como secuela, tiene a mi parecer una estética que proyecta cierta elegancia reproduciendo el período con el vestuario y los decorados, pero su lado dramático carece de pujanza y es bastante tibio cuando ilustra la culpa, el duelo y el autodescubrimiento de una cineasta, con la misma cuota de indulgencia calculada que me obliga a pensar que Hogg no tiene muchas cosas interesantes que contar sobre su carrera como directora. En esta ocasión, el argumento se sitúa poco después de la primera entrega, donde Julia todavía se recupera de la tóxica relación que tenía con el carismático y manipulador Anthony y, ante todo, intenta olvidar la muerte de este por sobredosis y recuperar la vena creativa necesaria para centrar sus esfuerzos en la realización de su película de graduación. En términos generales, al contrario de lo que sucede en la antecesora, Hogg ya no muestra a Julia como una mujer ingenua que sacrifica su pasión por el cine para ser víctima del chantaje sentimental y el romance falsificado, sino, más bien, como una mujer que busca redescubrirse a sí misma olvidando las heridas provocadas por la ruptura del primer amor y, sobre todo, luchando sinuosamente para superar la falta de inspiración que obstaculiza su camino como artista al servicio del celuloide. Su cuadro examina discretamente el empoderamiento femenino entendido como la madurez de una joven en formación que encuentra terapéutico refugiarse en la praxis del cine para escapar de la angustia causada por los errores cometidos y que, lentamente, descubre la felicidad a través del objetivo de la cámara que refleja sus quimeras y las inseguridades más inmediatas. Pero su protagonista, que interpreta Honor Swinton Byrne, me resulta blandengue porque, ante todo, sus acciones se reducen a conversaciones superfluas en las que, por lo regular, habla cosas que me importan muy poco con su familia aburguesada que tiene la vida resuelta; con los muchachos a los que ve como candidatos para subsanar su vacío afectivo y, también, con la gente de la academia que la motivan a seguir adelante con el film estudiantil, a pesar de la rígida burocracia el jurado que cuestiona sus decisiones. Por momentos todo luce demasiado fácil, redundante, impostado. De alguna manera, solo me cautivan algunos apuntes visuales que alcanzan su punto fuerte en la colorización ochentera (se ve como si fuera rodada en los 80) y en la secuencia onírica que emplea el espacio para metaforizar el universo interior de una cineasta en crisis; además del uso de la elipsis simbólica y de una música extradiegética cargada de grandes éxitos de los 80. No descarto para nada las pretensiones formales de la directora, pero al igual que la anterior, esta secuela pasa ante mis ojos sin causarme ninguna impresión significativa.
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Ficha técnica
Título original: The Souvenir. Part II
Año: 2021
Duración: 1 hr 47 min
País: Reino Unido
Director: Joanna Hogg
Guion: Joanna Hogg
Música:
Fotografía: David Raedeker
Reparto: Honor Swinton Byrne, Tilda Swinton, Harris Dickinson, Joe Alwyn,
Calificación: 6/10
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