Crítica de la película «Bantú Mama» (2021)

Bantú mamá
En Bantú mamá, el segundo largometraje en solitario del cineasta dominicano Iván Herrera, observo que se toca con cierto realismo el fenómeno del transnacionalismo entendido desde la óptica de la inmigración, pero me atrevo a decir que su trato bienintencionado, con todos sus claroscuros, carece de impulso dramático o de algún componente que sea emotivo, quedando muchas veces en ese terreno seguro y demasiado higienizado de la miseria videoclipera. Su argumento se ambienta mayormente en la ciudad de Santo Domingo y sigue a Emma, una inmigrante francesa de origen africano que, tras ser detenida en uno de sus viajes como mula en República Dominicana, logra escapar de las autoridades de narcóticos de la DNCD y se refugia, por causas del destino, en la casa de dos adolescentes situada en el barrio de Capotillo, en donde aprende a convivir con ellos mientras se convierte inadvertidamente en la figura materna que necesitan. En términos generales, el asunto de la protagonista en un principio capta mi interés cuando ella, entre otras cosas, ocupa el puesto maternofilial para guiar a los jóvenes por el camino moralmente adecuado mientras transfiere los ornamentos de su cultura afrodescendiente en la isla caribeña y se adapta a las costumbres del barrio implantada por los ritmos de la música urbana, de esos wawawa que rapean a capela en la calle a plena luz del sol para alcanzar el sueño de pegar un canción que los saque del arrabal. Herrera, asistido por un trabajo fotográfico algo solvente de Sebastian Cabrera Chelin, encuadra con autenticidad la marginalidad de los espacios sórdidos del barrio Capotillo donde fuera de campo impera el crimen, el sucio, el soborno, el tráfico de drogas, el dinero rápido, la vigilancia policial, los menores rebeldes, los colmadones en teteo, los motoristas desenfrenados, las redadas migratorias, el negocio de los viajes ilegales, mostrando ocasionalmente la condición socioeconómica de la gente pobre que habita los callejones del hambre para sobrevivir a la fuerza por el mal camino. Sin embargo, el problema fundamental, supongo, es que debajo del tratamiento estilizado los personajes que presenta quedan marginados como si fueran simples marionetas al servicio de un texto, con una ausencia de desarrollo que remueve las dimensiones psicológicas más allá de las descripciones de los estereotipos más inmediatos, donde por lo regular pierden profundidad cuando se examinan las interrogantes sociales y se subordinan a un aparato de redundancia que sitúa su radio de acción en las mismas situaciones facilonas del barrio que mantienen todo en la zona de confort. Los tópicos como la desesperación, la inopia y el sufrimiento son tratados con cierta blandenguería por esa necesidad de evitar caer en los golpes bajos de los manuales de moralidad. En pocas palabras, su protagonista, interpretada por un registro tibio de Clarisse Albrecht, consigue la redención de volver a su país de una manera fácil que no supone ningún riesgo o alguna sorpresa significativa a través del vínculo que tiene con los jovencitos. Desde luego, se agradece el esfuerzo realizado en el contexto de la cultura urbana que es parte de la discusión actual, pero me temo que su propuesta sobre inmigración no ofrece nada que no haya visto antes con mejores resultados.

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Ficha técnica
Título original: Bantú Mama
Año: 2021
Duración: 1 hr 17 min
País: República Dominicana
Director: Iván Herrera
Guion: Clarisse Albrecht, Ivan Herrera
Música: 
Fotografía: Sebastian Cabrera Chelin
Reparto: Clarisse Albrecht, Euris Javiel, Arturo Perez, Scarlet Reyes, Donis Taveras
Calificación: 5/10

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