Crítica de la película «Un ángel enamorado» (1998)

Un ángel enamorado
Un ángel enamorado es una de esas películas que siempre pasaba ante mis ojos a finales de los años 90, pero que de alguna manera nunca alcanzaba a ver por esa necesidad constante de abrazar la procrastinación impuesta por la televisión por cable. Ahora la he visto por completo y, a decir verdad, creo que en lo particular se trata de un remake inferior a la sobria cinta Las alas del deseo (Wenders, 1987). Su concepto sobre el ángel caído me parece aterrizado por esa presencia iluminadora de Nicolas Cage, pero le faltan unas cuantas luces para alcanzar el cielo del entretenimiento, quedando en un terreno más o menos abúlico que no supone para mí ninguna sorpresa significativa o algo que no haya visto antes. Su argumento se sitúa en la ciudad de Los Ángeles y trata sobre la existencia de Seth, uno de los muchos ángeles que custodian la actividad humana y vigilan de cerca a la gente que sufre en los últimos momentos de vida para encaminar sus almas hacia el cielo, pero cuya travesía en la Tierra se compromete cuando se enamora de Maggie, una cirujana angustiada por la que está dispuesto a renunciar a su puesto para hacer feliz. En general, el asunto sobre del ángel vestido de negro tiene algunos instantes interesantes que me levantan una que otra ceja, especialmente cuando observo las responsabilidades que tiene junto al colega con el que transita por las calles y, asimismo, cuando desarrolla el vínculo afectivo con la doctora rubia que desea poseer sentimentalmente para sentirse como un humano de carne y hueso. Pero a ratos me asalta la sensación de que su narrativa carece de impulso dramático para elevar el romance entre el ángel que se convierte en humano y la mujer que desea amar lo desconocido, manteniendo a los personajes sobre una superficie tan ligera como una nube, en la que por regular todo el aparato de acción se reduce a conversaciones en las azoteas de los edificios, dilemas amorosos de estela melodramática y tópicos sobre la muerte, la felicidad y el libre albedrio que son tratados con cierta inanidad. Cage y Meg Ryan demuestran una buena química para que el idilio se sienta creíble. Pero por alguna razón solo el personaje de Cage me causa una impresión cuando se pone en la piel de un ángel impasible, estoico, que cae del cielo para experimentar sensaciones (como el dolor, la alegría, la tristeza) y cumplir la condena terrenal de las contradicciones humanas que ni siquiera dios entiende. El carisma de Cage es la piedra angular que sostiene el esqueleto de la película, con un extraño equilibrio entre la parquedad y el humor. El resultado hubiera sido otro si se profundizara un poco en la orden de los ángeles invisibles con gabardinas negras y la manera en que habitan un espacio metafísico en el que solo impera el aprendizaje, la razón y las señales espirituales de un dictador supernatural. Pero eso es algo que nunca podré saber con exactitud.

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Ficha técnica
Título original: City of Angels
Año: 1998
Duración: 1 hr 54 min
País: Estados Unidos
Director: Brad Silberling
Guion: Dana Stevens
Música: Gabriel Yared
Fotografía: John Seale
Reparto: Nicolas Cage, Meg Ryan, Dennis Franz, André Braugher,
Calificación: 6/10


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