El visionado de
El olor de la papaya verde no supone para mí algo fuera de serie o que me traslade hasta el paroxismo; pero reconozco de inmediato que es una sólida ópera prima de Tran Anh Hung, que alcanza su punto notable de sobriedad al examinar, con una estética cuidada, las tradiciones familiares y la condición de la mujer en la sociedad vietnamita de herencia patriarcal. Constituye la primera en la denominada "Trilogía de Vietnam", precediendo a
Ciclo (1995) y
En pleno verano (2000). Todas comparten similitudes temáticas. En esta ocasión, el argumento se sitúa en Saigón en 1951 y sigue la vida de Mùi, una joven que se convierte en sirvienta de una familia rica que se desmorona económicamente por una crisis conyugal iniciada, entre otras cosas, por el fallecimiento de la hija pequeña y, también, por las infidelidades del marido que suele abandonar las responsabilidades paternas de educar a los tres hijos para gastar el dinero en las salas de apuestas. A través de la mirada de la niña en una primera parte Tran, apoyado de una narración elíptica en la que escasean los diálogos, registra la cotidianidad de la familia y las costumbres de la cultura vietnamita entre los interiores herméticos de la casa y los espacios exteriores de un patio adornado de una flora de poética naturalista; donde habitualmente los esposos discuten sus problemas a puerta cerrada lejos de sus hijos y, por el otro lado, la niña curiosa y reservada realiza sus quehaceres al lado de la abuela enviudada y de la madre que la trata como si fuera la hija que perdió; mientras comienza a descubrir la pérdida de la inocencia impulsada por el despertar sexual temprano y sufre, además, el acoso constante del niño travieso. En la superficie no sucede nada sustancioso por la carencia de golpes de efecto que mantiene la narrativa suspendida en escenas de carácter contemplativo; pero en el lado opuesto de sus imágenes Tran esboza con lupa un texto que interroga el rol tradicional de la mujer entendido como la fortaleza y la tolerancia de mujeres que cargan con los sacrificios maternos en una sociedad en la que predomina el patriarcado que emplea el maltrato doméstico como objeto de dominación. La lectura adquiere otra dimensión en la segunda mitad cuando la protagonista, siendo una adulta diez años después en el contexto de la guerra, persigue la emancipación a través de una ruptura de roles establecidos, en la que abandona la sumisión del tradicionalismo oriental para alcanzar la madurez por medio del embarazo que refleja la fertilidad y el comienzo de una vida digna más occidentalizada (simbolizada por las semillas de la papaya). La actuación central de Tran Nu Yên-Khê me resulta creíble cuando evoca su gestualidad para comunicar las sensibilidades de una mujer que oculta sus heridas intrínsecas por medio del silencio. Tran la encuadra en una puesta en escena en la que abundan los travellings laterales, la iluminación artificial, el sobreencuadre y la utilidad consistente que le da al sonido y a la música diegética para ilustrar lo que se gesta fuera de campo; además de un uso casi omnipresente del color (verde) para describir la psicología de ciertas acciones de los personajes. No sé si se trata de su mejor obra, pero es, desde luego, un drama estimable y conmovedor del cineasta vietnamita.
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Ficha técnicaTítulo original: The Scent of Green Papaya (Mùi du du xanh)
Año: 1993
Duración: 1 hr 44 min
País: Vietnam
Director: Tran Anh Hung
Guion: Tran Anh Hung
Música: Tôn Thât Thiêt
Fotografía: Benoît Delhomme
Reparto: Lu Man San, Tran Nu Yên-Khê, Thi Loc Truong,
Calificación: 7/10
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