Crítica de la película «Marco Antonio y Cleopatra» (1972)

Marco Antonio y Cleopatra
Siguiendo con ese interés por la épica histórica de Hollywood, consigo ver las imágenes de Marco Antonio y Cleopatra, una película que representa uno de los tres largometrajes en los que Charlton Heston ocupó la silla del director. Por lo que sé, Heston tuvo problemas para la financiación y no pudo conseguir que Welles estuviera disponible para dirigirla. Es completamente entendible. Pero lejos de los líos de producción, no logro obtener ninguna emoción significativa detrás de lo que narra. Como ópera prima de Heston, es una tragedia shakespeariana de espada y sandalias que está manufacturada de una forma precipitada, aburrida, sin ningún tipo de impulso que justifique el pesado metraje de dos horas y media, donde continua y demoledoramente me veo asaltado por la sensación de que no sucede nada que me impresione en su relato sobre el amor, el honor y el poder político en la Antigua Roma. En el argumento Heston interpreta a Marco Antonio, un general romano que durante la campaña militar en el norte de África se enamora perdidamente de la emperatriz Cleopatra, hasta el punto de olvidar sus responsabilidades políticas y militares. En una primera mitad, se presenta Marco Antonio discutiendo asuntos burocráticos con los funcionarios de César Octavio que disfrutan los bacanales nocturnos, mientras recibe las noticias de la muerte de su esposa Fulvia y el destierro de su hermano Lucio en medio de una sublevación fallida contra el régimen, además de sus planes de apoyar algunos colegas en una conflagración declarada contra Pompeyo. En la segunda se muestra a Marco Antonio asistiendo al combate en unas cuantas batallas ocasionadas por las pugnas de poder y la obsesión que lo lleva a una ruina segura al lado de la reina egipcia que le nubla el juicio a cambio de amor y placer, mientras es partícipe del fin de su liderazgo al probar el sabor de la derrota que lo envía al sendero del suicidio honorífico. Hay unas cuantas secuencias de guerra que me atrapan momentáneamente cuando el líder romano encabeza una contienda contra los legionarios del César por el mar y por el desierto más cálido, pero nada de lo que observo me cautiva porque, entre otras cosas, la narrativa se construye con los mecanismos más básicos del cine péplum, donde el héroe de espada y sandalia viste su armadura para enfrentar sin dificultades a los villanos y para proteger a su amada de los peligros impuestos por unos secundarios que lo rodean como figuras acartonadas que solo responden a estereotipos, además de que las situaciones carecen de pulso y solo funcionan como un vehículo para el lucimiento del protagonista que interpreta Heston escupiendo, ocasionalmente, soliloquios shakespearianos que buscan añadir pretendida profundidad a un guion de por sí fracturado, en el que todo el aparato de acción se reduce a los diálogos banales en templos. Encuentro escasa la química entre Heston y una blanda Hidelgard Neil que solo sirve como interés romántico. Solo destaco algunos valores de producción que encuentran su grado de solidez en el vestuario y en la reproducción artificiosa de la arquitectura del período. En términos generales, es una epopeya vacua en la que el ritmo se fuga como un carruaje de caballos en el coliseo.

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Ficha técnica
Título original: Antony and Cleopatra
Año: 1972
Duración: 2 hr 27 min
País: Reino Unido
Director: Charlton Heston
Guion: Federico De Urrutia, Charlton Heston
Música: John Scott
Fotografía: Rafael Pacheco
Reparto: Charlton Heston, Hildegarde Neil, Eric Porter, John Castle,
Calificación: 5/10



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