Asisto al estreno en las salas de cine de la nueva película de Pixar que se titula
Elementos, motivado
por esa necesidad de nostalgia que me obliga a tener la esperanza de volver a encontrar la diversión y la cuota de originalidad de aquellas películas de su época dorada como
Toy Story,
Toy Story 2,
Monsters, Inc,
Buscando a Nemo,
Los increíbles,
Ratatouille,
Wall-E,
Up y, por último,
Toy Story 3, cuando su lado creativo no estaba condicionado a los manuales de inclusión que ya forman parte de los requisitos esenciales de las narrativas de Hollywood de la actualidad. Pero por alguna razón, durante más de una hora y media, experimento las mismas sensaciones que en el bodrio de
Lightyear. Es una película de Pixar que goza de un diseño de animación algo original por el lado visual, pero cuyo efecto de entretenimiento se evapora como el agua en una historia de amor étnico y diversidad cultural que nunca deja de ser tibia, aburrida y sin gracia. La trama se sitúa en una ciudad fantástica integrada por habitantes que adoptan formas de elementos (agua, fuego, viento, tierra) y sigue las peripecias de Ember, una muchacha de fuego con un duro carácter y algo temperamental que reside con sus padres inmigrantes en el sector de los incandescentes de Element City, donde administra la tienda que su padre pretende darle y atiende a unos clientes que la sacan de quicio; pero cuyo destino cambia radicalmente cuando, en uno de sus arrebatos, rompe una tubería del agua que inunda el sótano y conoce a Wade, un inspector de la ciudad del elemento agua por el que desarrolla un fuerte vínculo afectivo y que, en entre otras cosas, la ayuda a conocerse a sí misma para superar los miedos intrínsecos que le impiden conquistar sus quimeras. La aventura por la metrópoli xenófoba tiene algunas peculiaridades que me llaman la atención en su discurso sobre las diferencias culturales y la segregación étnica, pero sospecho que, en términos generales, la narrativa se vuelve previsible desde el minuto uno por esa fórmula del cine romántico del chico afortunado conoce a la chica de sus sueños para demostrar, dicho sea de paso, que los polos opuestos se atraen y los prejuicios raciales son cosa del pasado. Hay una sequía notable en el desarrollo estereotipado de los personajes, pero también una falta de impulso que mantiene las acciones de la protagonista y su pretendiente suspendidas en una superficie demasiado facilona que sustrae cada acto de cualquier extracto de sorpresa, además de que no veo que tengan una química que se sienta genuina en la supuesta atracción mutua que proyectan (se nota un tanto artificioso el avance del romance). Solo alcanzo a destacar ese trabajo de animación de Pixar que, como siempre, renderiza de forma colorida los entornos urbanos de una capital poblada de elementos que simbolizan, subterráneamente, la búsqueda de igualdad entre las distintas razas separadas por la herencia de la xenofobia y las tradiciones idiosincráticas; además de la música espléndida de Thomas Newman que añade algo de valor acústico a los pasajes aburridos de los personajes. Lo otro, por así decirlo, no me causa ni frío ni calor.
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Ficha técnicaTítulo original: Elemental
Año: 2023
Duración: 1 hr 43 min
País: Estados Unidos
Director: Peter Sohn
Guión: John Hoberg, Kat Likkel, Brenda Hsueh
Música: Thomas Newman
Fotografía: Animación
Reparto (voces): Leah Lewis, Mamoudou Athie, Catherine O'Hara
Calificación: 5/10
Pues para mi es un peliculón que no debería perderse nadie.
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