Durante casi tres horas, consumo las imágenes de una edición restaurada de
La mujer en la luna, una película muda en la que Fritz Lang continúa su interés personal en la ciencia-ficción tras el éxito de su obra maestra,
Metrópolis, estrenada apenas dos años antes. En su tiempo, fue una de las películas alemanas más costosas rodadas por la UFA y contó, además, con la asesoría del científico Hermann Oberth para las interrogantes del espacio. No creo que se trate de uno de los trabajos ejemplares del realizador, así como tampoco considero que sea una de las obras de envergadura del género, pero incluso en el contexto de su astrofísica limitada de 1929, Lang edifica su viaje a la luna con algunas secuencias espectaculares y una intriga que se conserva con los rasgos estéticos que son habituales del cine mudo del expresionismo alemán, aunque en algunos pasajes se suele extender más allá de lo necesario con la sobreexplicación en materia de ciencia. El argumento, escrito como una adaptación de la novela homónima de Thea von Harbou (que también ejerció la tarea de coguionista), se sitúa en Alemania y sigue la historia de Helius, un empresario idealista que sueña con viajar al espacio y que, con ayuda de su asistente Windegger y los consejos del profesor Mannfeldt (tildado de loco por la comunidad científica al afirmar que hay oro en la superficie de la Luna), ha utilizado los planos de su colega para la construcción secreta de un cohete que lo lleve a la Luna para comprobar la hipótesis del oro; mientras guarda en su corazón fuertes sentimientos por la bella Friede, una mujer que ama en secreto y se ha comprometido con su ayudante. En una primera mitad, la narrativa se esquematiza a través de los componentes del thriller de espías y me cautivo, mínimamente, por la manera en que Lang muestra, primero, los diálogos a puerta cerrada sobre los peligros de la misión que incluyen unas cuantas escenas retrospectivas y, segundo, la subtrama del malvado sofisticado que se roba los informes de la investigación para entregárselo a unos burócratas poderosos que desean apoderarse de la reserva aurífera del terreno lunar y que, además, amenaza con sabotear y destruir el cohete si no es llevado en la nave como pasajero; en unos episodios que se reparten entre la mentira, el chantaje y la codicia corporativista. El asunto alcanza, supongo, su mayor grado de espectacularidad en la segunda mitad que se origina a partir de la secuencia del lanzamiento del cohete y el viaje por el espacio de los tripulantes con destino a la Luna que se someten a las enormes fuerzas gravitatorias que gobiernan el espacio, donde Lang emplea una serie de efectos especiales que, a modo profético y con notable nivel de detalle, señalan el reto mayúsculo de colocar humanos en el suelo lunar y añaden una pequeña capa de originalidad al mostrar las distintas etapas del despegue (desde la gigantesca plataforma que traslada el cohete en el área hasta el largo viaje en una nave sometida a la ingravidez) y las panorámicas que captan los decorados del paisaje inhóspito y polvoriento de los horizontes lunares. Su montaje rítmico tiene una tensión considerable que ensambla las escenas con cohesión y me mantiene sujeto del asiento con las peripecias de unos personajes que, a pesar del desarrollo superfluo y del melodrama al servicio del triángulo amoroso más previsible, poseen cierta densidad moral y motivaciones idealistas de gran calidez humana que funcionan, subterráneamente, para metaforizar la voluntad del deber en beneficio de la ciencia y, ante todo, la avaricia que destruye a los hombres en los momentos desesperados. Es, sin dudas, una película bastante entretenida de su período mudo.
Ficha técnicaTítulo original: Woman in the Moon (Frau im Mond)
Año: 1929
Duración: 2 hr 49 min
País: Alemania
Director: Fritz Lang
Guión: Thea von Harbou, Fritz Lang
Música: N/A
Fotografía: Curt Courant, Oskar Fischinger, Otto Kanturek
Reparto: Willy Fritsch, Gerda Maurus, Fritz Rasp, Gustav von Wangenheim
Calificación: 7/10
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