Muerte en el Nilo supone la segunda entrega en la nueva saga del detective Hercule Poirot a cargo de Kenneth Branagh y que, además, es otra adaptación de la novela homónima de Agatha Christie que previamente había sido llevada al cine en 1978. En mi opinión, se trata de una secuela que es ligeramente superior a la antecesora cuando Branagh toma la lupa de Poirot, pero su misterio
whodunit en el Nilo no es capaz de ocultar las debilidades que hunden su trama en un río regular y predecible, donde constantemente soy asaltado por esa impresión de que todo está demasiado colocado al servicio de los artificios del género. Luego de un prólogo que acentúa las heridas que recibe Poirot durante la Gran Guerra en 1914 y una breve visita a una fiesta en un club en Londres en 1937, el argumento se desarrolla en Egipto y sigue el rastro del detective belga cuando pasea en un barco que navega por las aguas del río Nilo, donde se reúne con un grupo de invitados que celebran la boda de la multimillonaria Linnet Ridgeway y su esposo, el galán Simon Doyle. Hay unas cuantas conversaciones que sirven para conocer las intenciones de los huéspedes y, especialmente, de Jacqueline Bellefort, la antigua amante de Simon que está consumida por los celos y desea vengarse de su amiga Linnet por arrebatarle a su novio. Y por medio de la elipsis, Branagh anticipa los signos del asesinato que se planea en las sombras por el culpable que se esconde detrás de los sospechosos pasajeros, entre los que se halla una dama aburguesada y su criada, la mucama de la recién casada, el gerente financiero y primo de Linnet, una famosa cantante de jazz y su sobrina, el gran amigo Bouc y su madre que es pintora paisajista, un médico sinuoso y ex prometido de Linnet. Sin embargo, su narrativa policíaca permanece en la zona segura de las convenciones del
whodunit y pocas veces me sorprende lo que veo porque descubro con cierta facilidad la identidad del homicida. Solo dos factores captan mi atención. El primero, es el papel protagónico de Branagh que disfruto ver, ante todo, en la climática confrontación a puertas cerradas en la que su Poirot interroga con a los sospechosos para ofrecer una demostración de esas cualidades deductivas que reconstruyen el enigma del homicidio en blanco y negro a través de las pistas señaladas por la analepsis, en una versión del detective del bigote que muestra las cicatrices psicológicas que lo obligaron a refugiarse en la solución de crímenes e, incluso con los claroscuros menores, le añade una identidad propia que lo separa del resto. Y, segundo, la reproducción elegante del período en los decorados y el vestuario, además de una música de Patrick Doyle que destapa mis oídos con su leitmotiv evocativo de sinfonías exóticas y melodías orientales. El resultado, propiamente dicho, es más rotundo que
El asesinato en el expreso de oriente, pero a veces me da la sensación de que pesa como agua tibia y nunca se escapa de las arenas movedizas.
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Ficha técnica
Título original: Death on the Nile
Año: 2022
Duración: 2 hr. 07 min.
País: Estados Unidos
Director: Kenneth Branagh
Guión: Michael Green
Música: Patrick Doyle
Fotografía: Haris Zambarloukos
Reparto: Kenneth Branagh, Gal Gadot, Letitia Wright, Armie Hammer, Annette Benning,
Calificación: 6/10
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