Crítica de la película «Vitalina Varela» (2019)

Vitalina Varela
En Vitalina Varela, la película más reciente del cineasta portugués Pedro Costa, se examina en clave de docuficción la circunstancia del inmigrante caboverdiano, con las inclinaciones estéticas que gobiernan la praxis de su estilo desde comienzos de este siglo y que parece haber heredado del nuevo cine portugués. Desde su estreno en el Festival de Cine de Locarno, recibió una aclamación unánime de los culturetas de la crítica festivalera que acuden religiosamente a esos lugares para santificar obras y lanzar un canto de loas con las típicas frases prefabricadas (como "redonda", "única", "exigente" y "cine en estado de gracia") que son fundamentales para justificar el salario de periodista y los gastos pagos. Yo, que siempre pongo en duda la pontificación excesiva de ciertas películas, descubro que es una cinta de Costa que, a decir verdad, tiene cierto valor semiológico para interrogar realidades sociales a través de los símbolos que coloca calculadamente en el encuadre, con un grado de ascetismo muy cercano a la antropología visual del cine de Oliveira. Pero lejos de la plasticidad tenebrista que añade poesía con los claroscuros, me parece un ejercicio de docuficción plomizo, fútil y abrumadoramente letárgico de Costa, en el que no sucede nada sustancioso que me invite a razonar más allá de la pretensiosa capa de significantes y de los personajes huecos que se difuminan entre las sombras de sus miserias personales. El argumento se sitúa en un barrio marginal y narra los pasajes de Vitalina Varela, una mujer caboverdiana de 55 años que llega a Lisboa tres días después de celebrarse el funeral de su marido (se entiende que emigró de manera ilegal durante el período de transición portuguesa y después fue apresado), luego de haber esperado cerca de 25 años para conseguirlo. Su narrativa estructura el dispositivo de acción a través de largos soliloquios y silencios que revelan, con la lupa docuficcional, el sufrimiento que atraviesa doña Vitalina en el suburbio de chabolas de Fontainhas, mientras camina por los callejones oscuros habitados por personas que conocieron a su esposo y descubre los secretos del pasado que este se llevó a la tumba. En el horizonte más aparente, los dilemas de la protagonista le sirven a Costa para encuadrar de nuevo el dolor de esos hombres convertidos en fantasmas marginados que parecen estar atrapados en laberintos suburbiales y no hallan una luz que ilumine sus días oscuros. Sin embargo, utiliza el principio de no duplicidad de la imagen para sintetizar, por medio de distintos símbolos (el crucifijo, las velas, las fotos, las tumbas, etc.), un retrato sobre la condición socioeconómica y política del inmigrante caboverdiano en la sociedad portuguesa entendido como el estado de resistencia de una mujer que está acostumbrada a sufrir los claroscuros de la pobreza y de la marginación que nubla su desgraciada existencia, sin llegar a ser nunca explícitamente sociológico en su tratado (el funeral simboliza la imposibilidad del inmigrante caboverdiano de encontrar un atisbo de esperanza que mejore su calidad de vida humana). El problema que encuentro, al menos en el exterior, es que Costa solo emplea a los personajes como simples autómatas artificiosos, con la finalidad de subrayar inquietudes textuales que no van a ninguna parte y, entre otras cosas, se vuelven terriblemente redundantes, en unas situaciones que carecen de intimismo o de algún punto de sensibilidad con esos actores no profesionales (Vitalina Varela y Ventura otra vez interpretando versiones ficticias de sí mismos) que pueblan sus espacios sórdidos como un tableau vivant de muertos en el cementerio. Sus posibilidades expresivas lucen calculadas y sin ningún ápice de emotividad. Solo me produce algo de placer estético el trabajo fotográfico de Leonardo Simões para dotar cada plano de atmósferas lúgubres y de una belleza absorbente a contraluz, en unos entornos marginales que, por su fuerza telúrica, parecen lienzos de efectismo caravaggiesco. Todo lo demás se queda en intenciones y me resulta excesivamente largo en sus dos horas de monólogos del purgatorio y gestos de supuesta tristeza caboverdiana.

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Ficha técnica
Título original: Vitalina Varela
Año: 2019
Duración: 2 hr. 04 min.
País: Portugal
Director: Pedro Costa
Guión: Pedro Costa, Vitalina Varela
Música: N/A
Fotografía: Leonardo Simões
Reparto: Vitalina Varela, Ventura
Calificación: 5/10


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