Nervios es una película muda poco conocida del cine expresionista alemán, que ha llegado hasta nuestros días, oportunamente, por medio de una edición restaurada a partir de la mezcla de negativos encontrados en archivos fílmicos de Estados Unidos, Rusia y Alemania. Se ha llegado incluso a decir que, durante su estreno, ocurrido en Munich en 1919, mucha gente fue hospitalizada después de la proyección, y despertó una especie de pánico social que obligaba a muchos a pensar que sus imágenes estaban tan malditas que podría traer la desdicha de quienes la miraran, además de que fue severamente mutilada varias veces por la censura de la época que la veían como moralmente degradante por su desnudez, razón por la cual un tercio del metraje original se ha perdido. Esta es, por así decirlo, la versión que yo he visto y que me hace comprender de inmediato el contexto de su polémica. Pero, desafortunadamente, no sé si alcanzo a obtener las mismas impresiones que, por ejemplo,
El gabinete del Dr. Caligari, la obra maestra de Robert Weine estrenada tan solo un año después de esta como cabeza emblemática del expresionismo alemán. Es una cinta muda en la que su director, Robert Reinert, ejecuta una estética notable para contar una historia de culpa, locura, perjurio y amor imposible, pero cuya tragedia, en síntesis, no conduce a ningún lugar en específico y muchas veces tengo la sensación de que repite inútilmente su lectura sobre la condición del pueblo alemán en el período posguerra. Su trama se sitúa justo al final de la Primera Guerra Mundial y muestra el ambiente tenso que sacude las calles de Berlín, donde se cruzan las vidas de cuatro personajes de distintos polos sociales. El primero es Herr Roloff, un empresario ultraconservador que, luego de perder la fe por el progreso tecnológico a causa del derrumbe de su fábrica (quedando, en efecto, en la ruina), acusa a un profesor de haber violado a su hermana (se entiende que este malinterpreta las palabras que ella le dice por el rechazo que recibió). El segundo es el profesor Johannes, un hombre honesto que pide reformas sociales en las asambleas populares y se gana el entusiasmo de las masas que lo ven como a un líder, enamorado de los ideales y de una mujer a la que le escribe cartas románticas que confiesan sus sentimientos, pero cuya existencia cae en la deshonra cuando es injustamente encarcelado por un crimen que no cometió. La tercera es Marja, la hermana de Roloff que simpatiza por los manifestantes revolucionarios y está enamorada de Johannes, pero que se niega a aceptar el matrimonio arreglado que tiene con un tal Richard al que no ama. La cuarta es Elizabeth, la esposa del ofendido señor Roloff a la que el profesor Johannes ama en secreto. El cuadrado de desdicha, ilustrado con cierta ironía retorcida por Reinert, funciona no solo para mostrar los efectos de una epidemia de malestar de unos personajes atormentados por la culpa, los malentendidos y los prejuicios, sino, además, para manifestar el clima de nerviosismo que impera en la sociedad alemana, entendida como la crisis nerviosa de personas que sufren las secuelas de la miseria humana dejada por una economía destruida por la guerra, donde lo único que queda es la escasez y el hambre que fractura los actos morales. Todos sus personajes son víctimas de este nerviosismo colectivo ocasionado por una incertidumbre que golpea todas las clases sociales. Pero por alguna razón el asunto permanece sujeto a una inercia de situaciones demasiado transparentes en las que impera el patetismo y un melodrama sin mucha pujanza, quedando muchas veces en escenas que pierden ritmo ensamblando el conjunto. Solo destaco, primero, la actuación de Eduard von Winterstein, que con su poder expresivo luce bastante orgánico cuando comunica el abismo psicológico de un hombre que pierde la cordura como metáfora de los crímenes que cometió en la guerra. Y, segundo, los valores estéticos con los que Reinert encuadra a sus personajes en planos de carácter onírico en clave de
tableu vivant, en una puesta en escena que antecede los registros estilísticos tempranos que se hallan en el expresionismo alemán a través de un uso sutil de la sobreimpresión que acentúa la desrealización de los personajes, la analepsis que reconstruye el pasado como episodio de penitencia y una iluminación que da luz a las inquietudes morales de esas almas perdidas que esperan escapar a la tierra prometida. Lo otro lo olvido tan pronto como finalizan los créditos.
Ficha técnica
Título original: Nerves (Nerven)
Año: 1919
Duración: 1 hr. 50 min.
País: Alemania
Director: Robert Reinert
Guion: Robert Reinert
Música: N/A
Fotografía: Helmar Lerski
Reparto: Eduard von Winterstein, Lia Borré, Erna Morena, Paul Bender
Calificación: 6/10
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