Crítica de la película «A sangre fría» (1967)

In Cold Blood
A sangre fría es una película en la que Richard Brooks, con una mirada cercana al documental y los elementos comunes del drama policial, procesa la meticulosa reconstrucción de un homicidio, sin perder nunca el rastro de tensión que extrae del material adaptado de la novela homónima de no ficción de Truman Capote. No sé si se trata de lo mejor que he visto de su catálogo, sobre todo porque se construye sobre la base de los registros habituales del cine policial que la colocan en una trayectoria previsible, pero, desde luego, no deja de parecerme atrapante por las actuaciones formidables de Robert Blake y de Scott Wilson. En la trama, tanto Blake como Wilson, interpretan respectivamente a Perry Smith y a Richard "Dick" Hickock, un par de exconvictos que se conocen en una zona rural de Kansas en el otoño de 1959 y, en medio de las miserias personales, se disponen juntos a elaborar un plan para invadir la gran de la adinerada familia Clutter, con el fin de robar una cantidad considerable de dinero (unos $10 mil dólares) que supuestamente guardan en una caja fuerte de pared. Por una parte, Brooks sigue de cerca el modo de vida de los ladrones después de que ejecutan el crimen fuera de campo y huyen por la carretera sin dejar evidencias en la noche más oscura; mostrando primero a Perry como un hombre inseguro, mentalmente desequilibrado, adicto a las aspirinas, antiguo veterano de Corea, cojo de una pierna cicatrizada, que rememora constantemente los abusos físicos y emocionales que recibía de todo los que lo cuidaron durante su estadía miserable en el núcleo de una familia disfuncional (con un padre abusivo y una madre alcohólica) antes de cometer sus primeros delitos; y, segundo, presentando a Dick como un tipo extrovertido, cínico, mujeriego, pusilánime, adicto al dinero fácil, que luego de salir de la cárcel recurre al robo a mano armada para ganarse la vida en una sociedad norteamericana marcada por la falta de oportunidades, aprovechándose de la ingenuidad de Perry para que sea su mano derecha. Por la otra, Brooks muestra primero la perspectiva de la familia Clutter antes de la noche de los asesinatos y, tras el punto de giro, vuelca su relato al punto de vista de los detectives de la policía que investigan la escena del crimen al poco tiempo de iniciar la cacería sobre los dos sospechosos, mientras examinan las pistas y formulan cuestionarios sobre las posibles causas que condujeron a los asesinos sociopáticos a matar con un cuchillo y escopeta a una familia de cuatro miembros. En términos estructurales, los dos episodios que convergen están ensamblados con un montaje paralelo que mantiene un grado notable de consistencia examinando en cada escena la psicología de los homicidas fugitivos y la ética del deber de los policías que investigan para atraparlos, en una extraña mezcla entre el cine de carretera en pareja, el drama psicológico, el thriller policial, el terror de invasión de casas y el cine carcelario. Pero, además, me resulta cautivadora la manera en que Brooks emplea una serie de mecanismos estéticos para acentuar la psicología de los personajes a través del sonido diegético, la elipsis, la analepsis, el plano subjetivo, la acertada banda sonora de jazz de Quincy Jones y un oportuno trabajo de fotografía de Conrad L. Hall que magnifica la textura de la imagen por medio de atmósferas lóbregas compuestas mayormente de claroscuros; en una puesta en escena bastante moderna que añade realismo en casi todas las locaciones exteriores que se encuadran en blanco y negro. Con todos esos componentes sobre la marcha, su retrato al estilo del true crime es tenso, escalofriante, perturbador, cuando dialoga sobre la pena de muerte y, ante todo, reflexiona sobre la imposibilidad del sueño americano de aquellos inadaptados sociales que, pocas veces, son escuchados antes de ser declarados culpables de todos los cargos.

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Ficha técnica
Título original: In Cold Blood
Año: 1967
Duración: 2 hr. 14 min.
País: Estados Unidos
Director: Richard Brooks
Guion: Richard Brooks
Música: Quincy Jones
Fotografía: Conrad L. Hall
Reparto: Robert Blake, Scott Wilson, John Forsythe, Paul Stewart
Calificación: 7/10

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