Unidos es una película animada que yo, desafortunadamente, no pude ver durante los días de su estreno, principalmente por las dificultades que trajo consigo la pandemia de COVID-19 y el cierre total de las salas de cine. En su lugar, opté por ver la estupenda
Soul, estrenada también en ese mismo año. Pero ahora que la he visto, a tres años de haberse estrenado, creo que se trata de una entrada regular dentro del catálogo de Pixar. Tiene un arranque entretenido que encuentra su punto en la animación sólida y el trabajo de doblaje, pero, diferencia de otras obras del estudio, su aventura de fantasía urbana pierde la magia y el sentido de diversión cuando transita por las mismas rutas genéricas sobre la hermandad, el autodescubrimiento y los vínculos familiares, quedando en un terreno decente que no me provoca ni frío ni calor en la hora y media que dura el asunto. Su argumento se desarrolla en un mundo que gozó alguna vez de magia y de criaturas místicas, y sigue a un par de hermanos elfos que, luego de encontrar un bastón mágico con una gema rara y una correspondencia que describe un hechizo, emprenden un largo viaje en una camioneta para resucitar a su padre por un día antes de la puesta del sol, mientras dejan atrás una casa habitada por una madre elfo adicta a los ejercicios y un padrastro centauro que es oficial de policía, en una sociedad consumida por los efectos de la modernidad que borraron cualquier rastro de magia y libertad. Uno es Ian Lightfoot, un adolescente de 16 años que lucha para superar la timidez y la falta de confianza. El otro es Barley, el hermano mayor de Ian que es extrovertido y un fanático empedernido de los antiguos magos. En términos generales, el viaje de los dos hermanos por las autopistas me resulta ligeramente divertido en los momentos en que conducen la camioneta al lado de la mitad inferior del cuerpo de su padre fallecido, mientras algunos golpes de efecto del guion los coloca en persecuciones y conflictos que funcionan para impulsar la acción con los tropos manoseados del cine de carretera y la fantasía baja, particularmente en las situaciones paralelas que son ocasionadas por la intervención de una serie de personajes secundarios que incluye a la madre preocupada, una camarera dragón conocida como La Mantícora, los policías centauros y una pandilla de duendes motociclistas. Hay rompecabezas, hechizos mágicos, calabozos, maldiciones y dragones. Sin embargo, luego suceden algunos encontronazos que ceden el paso a las cacerías rutinarias y las trampas previsibles que, lentamente, agotan la gracia de los personajes hasta reducirlos a sus descripciones más superficiales. No hay mucha variación ni sorpresa en algunas de las secuencias porque Scanlon, dentro de su vision, reduce la narrativa a la fórmula spielbergiana que se estructura desde la perspectiva de chicos ordinarios que, para reparar la ausencia paternal, descubren algún fenómeno extraordinario. Al margen de sus debilidades narrativas, solo rescato el doblaje de Chris Pratt y de Tom Holland que, con sus respectivas voces moduladas, captan con fidelidad las personalidades diametralmente opuestas de los hermanitos. También la partitura musical arreglada por los veteranos hermanos Danna y, ante todo, la parte visual de una animación generada por ordenador que es bastante consistente renderizando en tres dimensiones la ciudad de la magia perdida y las texturas de los ciudadanos peculiares en forma de monstruos mitológicos, con el estilo característico que es ya una marca registrada de Pixar. Todo lo demás me parece un paquete de ideas previamente recicladas que, propiamente dicho, carecen de impulso emocional.
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Ficha técnica
Título original: Onward
Año: 2020
Duración: 1 hr. 42 min.
País: Estados Unidos
Director: Dan Scanlon
Guion: Dan Scanlon, Jason Headley, Keith Bunin
Música: Jeff Danna, Mychael Danna
Fotografía: Sharon Calahan, Adam Habib
Reparto (voces): Chris Pratt, Tom Holland, Julia Louis-Dreyfus
Calificación: 6/10
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