Crítica de la película «Saltburn» (2023)

Saltburn
Me acerco, cuidadosamente, a las imágenes que proporciona Saltburn, confiado en que su directora, Emerald Fennell, ofrecería algo interesante que me ayude a olvidar esa bagatela sobre venganza feminazi titulada Una joven prometedora. Y, a decir verdad, lo que veo durante más de dos horas me parece superior a su ópera prima. Pero, por desgracia, lejos de la sólida actuación central de Barry Keoghan y del estilo visual que suele adornar con elegancia los espacios de la mansión, en la superficie no es más que una comedia negra algo banal sobre obsesión, clase y privilegios, donde por momentos me asalta la sensación de que su espejo previsible es un reflejo nimio de El talentoso Sr. Ripley (Minghella, 1999). En su trama, Keoghan interpreta Oliver Quick, un estudiante becado de la Universidad de Oxford que, buscando encajar en el entorno de jóvenes privilegiados para apaciguar su soledad, se hace amigo de un estudiante adinerado y popular llamado Félix Catton, al que le cuenta la trágica historia de sus padres y, entre otras cosas, luego recibe una invitación para quedarse durante las vacaciones de verano del 2006 en la residencia aristocrática de la familia de este que lleva el nombre de "Saltburn". Su narrativa, estructurada a través de un largo racconto en el que se asume que el protagonista sinuoso narra todo lo que le pasó, consigue atrapar mi atención desde las escenas en que el misterioso Oliver ingresa como huésped a la casa de los aristócratas y de inmediato se ve absorbido por una extraña obsesión que lo obliga a ser partícipe de los vicios de los anfitriones conformados por la madre, el padre, la hija, el amigo envidioso y su presunto mejor amigo; mientras se obsesiona en secreto con Félix para manifestar los síntomas de su bisexualidad reprimida y espía de día y de noche lo que sucede detrás de cada una de las habitaciones, hasta llegar a tener relaciones sexuales bien retorcidas con la hermana de Félix y convertirse en el favorito de todos. Sin embargo, a menudo soy invadido por un sentimiento de indiferencia que se amplifica, ante todo, por la enorme vacuidad que reduce las acciones de los personajes a una serie de situaciones repetitivas, previsibles, fútiles, en las que por lo regular el núcleo de las escenas sigue en rutina los episodios de las fiestas ampulosas, las cenas de etiqueta a la luz de los candelabros, las tardes con gafas de sol frente al lago, los paseos desnudos por el patio, el fisgoneo detrás de ventanas, los romances a puerta cerrada, las discusiones sobre los privilegios. Los giros carecen de tensión, y la presunta provocación que hay en su lado de perversidad sexual, es blanda. En pocas palabras, el asunto me resulta aburrido porque permanece en una zona acomodaticia que recicla el viejo tropo del chico enigmático que seduce a los ricos para quedarse con su fortuna, pero esquematizado por Fennell en un discursito que interroga la decadencia de la clase alta de la sociedad británica, desde la perspectiva de un muchacho obsesionado con ingresar a la esfera del privilegio aristocrático que es capaz de recurrir al asesinato metódico para obtener por la fuerza toda la riqueza que desea. Al margen de sus obviedades discursivas y del simbolismo señalado, me resulta solvente la interpretación de Keoghan, que se vale de los gestos inexpresivos y de la mirada fría para ilustrar el resentimiento y la obsesión intrínseca por el oportunismo de un sociópata caprichoso de clase media que sufre en silencio el rechazo de no pertenecer a una familia adinerada de la hermética aristocracia, alcanzando su punto fuerte en la escena necrófila en la que se folla un cadáver enterrado en un día nublado. Rosamund Pike lo acompaña en una buena actuación secundaria. También, por otro lado, encuentro exquisito una parte de la estética visual de Linus Sandgren que, encuadrada en una relación de aspecto 4:3, captura sobre la puesta en escena los estados de ánimo de los personajes con un par de planos de elegantísima factura compositiva, que disfruto ver por su uso acertado del color, los símbolos y la iluminación barroquista. Todo lo otro, desgraciadamente, lo olvido tan pronto como inician los créditos.

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Ficha técnica
Título original: Saltburn
Año: 2023
Duración: 2 hr. 11 min.
País: Estados Unidos
Director: Emerald Fennell
Guion: Emerald Fennell
Música: Anthony B. Willis
Fotografía: Linus Sandgren
Reparto: Barry Keoghan, Jacob Elordi, Rosamund Pike, Richard E. Grant, Alison Oliver
Calificación: 6/10

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