Sonidos vecinos es el primer largometraje de ficción del director Kleber Mendonça Filho, rodado poco después de su trayectoria como crítico de cine y, además, como realizador de unos cuantos documentales. El visionado de esta supone para mí algo sustancioso dentro de la oferta del cine brasileño del siglo XXI, y en las dos largas horas que dura me atrapa y jamás me suelta hasta el último fotograma. En su horizonte situacional, es una ópera prima en la que Filho, con una estética resonante, edifica un mosaico de personajes variopintos para interrogar, con lupa sociológica, los problemas que todavía se esconden como fantasmas detrás de las paredes de la sociedad brasileña que se niega a escuchar los ecos del pasado, anunciando ya de forma temprana esa poética multicultural que disecciona las clases sociales de su país en películas como
Aquarius y
Bacurau. Tras un breve prólogo, en el que se muestra una sucesión de fotografías fijas en blanco y negro, el argumento se sitúa en un barrio de clase media en Recife y sigue la existencia de unos personajes de distintas procedencias sociales, entre los que se hallan una ama de casa de mediana edad que vive con sus dos hijos pequeños y fuma marihuana para olvidar su crisis matrimonial; un agente inmobiliario de la familia rica del vecindario que investiga el robo al carro de su amante; un hombre que representa a una empresa independiente de seguridad privada junto a otros tres empleados; el abuelo que es dueño de casi todas las propiedades de la zona y se ha hecho rico nadando a contracorriente en la playa de los tiburones inmobiliarios. Estos personajes no son más que simples viñetas que funcionan para impulsar la acción y las situaciones básicas impuestas por las descripciones del guion. Sin embargo, Filho utiliza sus inquietudes para dimensionar, de manera implícita, un discurso sobre las problemáticas sociales que se traducen desde los marcos de la inseguridad ciudadana y de los prejuicios sociales, pero también puntualiza a modo soterrado parábolas que examinan la corrupción del sector inmobiliario entendido como la gentrificación promovida por gente poderosa que son los principales arquitectos de una desigualdad social, encargados incluso de ejercer la violencia como instrumento para oprimir a los pobres que son obligados a abandonar sus tierras. Estas metáforas están presentes, no solo en los habitantes desconfiados de la comunidad que se sienten inseguros por la delincuencia y contratan a un cuestionable personal de seguridad para que los proteja, sino, además, en la familia más rica del vecindario que está controlada por un patriarca que, en el pasado, logró su fortuna expropiando la tierra a los campesinos en los tiempos de la dictadura (se entiende que los edificios de departamentos no son más que cementerios que, por las noches, son visitados por los "fantasmas" que se niegan a olvidar el pasado). Al margen de esas lecturas discursivas, Filho construye la cotidianidad de esos ciudadanos sobre la base de miserias internas, las rutinas diarias, los miedos reprimidos, la paranoia, las discusiones permanentes; en una puesta en escena que acentúa con realismo los vicios de la clase media brasileña a través del uso proxémico del espacio urbano, el plano panorámico, el montaje paralelo, las diversas modalidades del encuadre móvil y, ante todo, el diseño sonoro que toca su punto de solidez en el sonido diegético que evoca el espectro de ánimo de los personajes (choques, ecos, ladridos, susurros, música, voces, gritos, ruidos, etc.) que transitan por habitaciones claustrofóbicas y calles desoladas, casi como una fuente acústica de magnitud psicológica. A veces me asalta la sensación de que hay un ritmo irregular en los tres capítulos, particularmente en el tercer acto que parece extender el asunto más allá de lo necesario, pero, en efecto, nada de eso me impide salir cautivado. Tiene peso emocional. Su plano final, en el que se congela el encuadre de una familia al escuchar el estallido de los fuegos artificiales, es una cosa que no olvidaré en mucho tiempo.
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Ficha técnica
Título original: Neighboring Sounds (O Som ao Redor)
Año: 2012
Duración: 2 hr. 11 min.
País: Brasil
Director: Kleber Mendonça Filho
Guion: Kleber Mendonça Filho
Música: DJ Dolores
Fotografía: Pedro Sotero, Fabricio Tadeu
Reparto: Gustavo Jahn, Maeve Jinkings, Irandhir Santos
Calificación: 7/10
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