El infierno es una película muda que, al momento de su estreno en 1911, se convirtió en el primer largometraje del cine italiano y, además, en una de las primeras del período del protocine en adaptar libremente el
Inferno, el primer cántico de
La divina comedia de Dante Alighieri. Como ya hoy en día sus imágenes pertenecen al dominio público, accedo a verla durante poco más de una hora en una versión restaurada que capta la atención al detalle de los codirectores Giuseppe de Liguoro, Francesco Bertolini y Adolfo Padovan. Se dice que estos cineastas tardaron cerca de tres años de completar la filmación. Y lo noto de inmediato por la ambición que se muestra sobre la puesta en escena. La película se destaca, sobre todo, por los valores estéticos que se reflejan en las secuencias infernales por las que transitan Dante y Virgilio, pero en su fábula muda no hay un grado consistente de emoción, y suele atravesar terrenos irregulares que, a veces, me quita las ganas por continuar el recorrido. El argumento tiene como protagonista a Dante desde el momento en que se le prohíbe entrar a la colina de la salvación por tres bestias que bloquean su camino y, gracias a la ayuda de Beatriz cuando desciende desde del cielo, es guiado por el poeta Virgilio a través de los Nueve Círculos del Infierno. Este viaje por el infierno entre Dante y Virgilio, diseccionado en capítulos, adopta desde el principio un enfoque fantasmagórico que para mí resulta vistoso por la manera en que se forma un híbrido entre la fantasía, el terror y la aventura, con unos efectos especiales que, en el contexto de la época, están finamente ajustados cuando describen los pasajes infernales del río Aqueronte, la caverna custodiada por las tres cabezas de Cerbero, las arpías que se comen los cadáveres de los suicidas, las diez fosas de Malebolge en las que se castiga a las parias de la sociedad y las almas condenadas al sufrimiento eterno que son vigiladas por los demonios. Hay incluso una utilidad recurrente de las escenas retrospectivas que sirve para ampliar las desdichas de personajes históricos como Homero, Ovidio, el traidor Caifás, el conde Ugolino, Pedro de Vigna y Francesca de Rímini. El tono aurático encuentra su punto de solvencia en los decorados que, a mi juicio, configuran los espacios sórdidos del infierno como producto de un diseño de producción que pone mucho empeño al vestuario y la pirotecnia visual, pero, asimismo, en un uso acertado de la sobreimpresión que acentúa los cuerpos desnudos que se desvanecen en los cielos (encuentro particularmente escalofriante el plano medio del diablo que devora a un humano). Sin embargo, al margen de esos efectos fantásticos que representan los horrores del infierno como los grabados de Gustave Doré, predomina sobre la narrativa un registro inocentón, lineal, acartonado, que me mantiene en un estado de absoluta indiferencia cuando atestiguo que las acciones de los personajes se reducen a las situaciones previsibles que inician cuando señalan, con gran espanto, la penitencia de los malvados. Nunca hay espacio para que los personajes dialoguen sobre sus propias miserias internas. Se agradece, desde luego, el texto que interroga la condición humana a lo largo del itinerario poético. Pero todo me resulta demasiado artificioso como para emocionarme por lo que veo.
Ficha técnica
Título original: Dante's Inferno (L'Inferno (Dante's Inferno)
Año: 1911
Duración: 1 hr. 11 min.
País: Italia
Director: Giuseppe de Liguoro, Francesco Bertolini, Adolfo Padovan
Guion: Poema: Dante Alighieri
Música: N/A (muda)
Fotografía: Emilio Roncarolo
Reparto: Salvatore Anzelmo Papa, Arturo Pirovano, Giuseppe de Liguoro
Calificación: 6/10
Crítica breve de la película El infierno, dirigida por Giuseppe de Liguoro y protagonizada por Salvatore
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