Crítica de la película «Stefan Zweig: Adiós a Europa» (2016)

Stefan Zweig: Adiós a Europa
Stefan Zweig: Adiós a Europa es una película en la que, Maria Schrader, sigue los ritos comunes del drama biográfico para capturar los últimos años de Stefan Zweig durante la Segunda Guerra Mundial, en los tiempos en que era un exiliado político que viajaba por el mundo antes de establecerse definitivamente en la ciudad Petrópolis en Brasil. Su arranque es más o menos interesante cuando retrata con intimismo los últimos días del escritor austriaco, con una actuación auténtica de Josef Hader, pero me temo que, en su núcleo dramático, hay una ausencia de brío que se prolonga por los diálogos superfluos en la selva y en los cuartos cerrados, donde la directora se niega a profundizar en la psicología de unos de los escritores de mayor renombre del siglo XX y opta por colocarlo en una superficie higienizada en la que nunca sucede algo sustancioso que me involucre en la rutinaria existencia de los personajes. El argumento se sitúa en el año 1941 y muestra a Stefan Zweig como un intelectual que se exilia en Brasil para huir de la guerra y la persecución de los judíos organizada por el Libro Negro de los nazis, donde goza de una enorme reputación como escritor y ejerce la función de activista social al lado de su esposa para divulgar al mundo la crisis humanitaria que estalla en el continente europeo como producto de los dictadores megalómanos. En principio me intereso por la rutina de actividades a partir de las escenas en que el escritor famoso conversa con los huéspedes brasileños que lo adoran y con otros colegas exiliados sobre los crímenes que se cometen en la conflagración europea. Sin embargo, al pasar la primera hora soy prisionero de una abulia que se extiende, dicho sea de paso, por la manera fútil en que Schrader reduce las acciones del protagonista a las discusiones a puerta cerrada sobre conflictos personales en dos períodos, separados por episodios espaciotemporales, entre Nueva York y Petrópolis. La desesperación del escritor austríaco se mantiene en un escenario repetitivo, divorciado de cualquier rastro de emotividad en esa estructura narrativa que mimetiza las páginas de un libro para compensar obviedades, en la que se muestran unas cuantas ideas en los coloquios políticos, pero que nunca llegan a complementar el conjunto con algún grado de sustancia o pulso dramático. El clímax en el que Zweig y su esposa Lotte son encontrados muertos por una sobredosis de barbitúricos, no me produce ni frío ni calor. Soy ajeno a sus sensibilidades de presunto cine de autor. Todo luce demasiado transparente cuando utiliza la angustia de Zweig para comunicar su discurso básico sobre la condición sociopolítica de un inmigrante deprimido que no posee ninguna nacionalidad y divaga como nómada por distintos lugares a los que le cuesta adaptarse, en una extraña metáfora que habla más sobre el presente que del pasado. La actuación de Josef Hader, por lo menos, ofrece una pequeña pizca de credibilidad cuando ejerce su registro expresivo para evocar los silencios, la mirada serena y la distinguida manera de expresarse de Zweig, a pesar de que el guion le remueve la psicología interna para mostrar solo su exterior como la estatua de una plaza. Y se agradece también las atmósferas que acentúan los estados de ánimo de los personajes en dos escenarios contrapuestos: el frío neoyorquino y la calidez brasileña. Lo demás, dentro de su margen de debilidades, parece el resultado de una frase inédita que se queda en puntos suspensivos.

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Ficha técnica
Título original: Stefan Zweig Farewell to Europe (Vor der Morgenröte)
Año: 2016
Duración: 1 hr. 46 min.
País: Austria
Director: Maria Schrader
Guion: Maria Schrader, Jan Schomburg
Música: Tobias Wagner
Fotografía: Wolfgang Thaler
Reparto: Josef Hader, Aenne Schwarz, Tómas Lemarquis, Barbara Sukowa
Calificación: 5/10


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