Crítica de la película «Mi amigo robot» (2023)

Mi amigo robot
Mi amigo robot, conocida también con el título en inglés de Robot Dreams, es una película animada basada en el cómic homónimo de la autora Sara Varon. Supone el regreso al cine del cineasta español Pablo Berger, tras una ausencia de seis años iniciada luego del estreno de la estupenda Abracadabra en 2017. Por la aclamación que ha recibido desde su estreno, asisto a ella con fuertes expectativas, pensando que se trata de un fenómeno singular del cine de animación. Pero pronto me doy cuenta de que no es más que una cinta animada enormemente aburrida, dormitiva, sin gracia, que rellena las calles de su zootrópolis con animales huecos y estira las situaciones de su fábula de amistad hasta la indulgencia más ridícula, donde a la media hora agoto mi cuota de paciencia por el ritmo defectuoso y deduzco seriamente que el material pudo encajar más bien en un cortometraje. La trama se ambiente una ciudad ficticia de Manhattan, Nueva York, que está poblada por animales de diversas especies durante la década de los años 80. El protagonista es Dog, un perro solitario que vive en el espacio confinado de su apartamento, esclavizado por la vida del consumo y las imágenes del televisor, donde el día menos pensado decide comprar una caja de piezas mecánicas para construir un robot que sea su amigo. La fórmula empleada por Berger sigue al pie de la letra, sospecho, ese tipo de narrativa en la que los personajes, habitualmente, son mostrados como simples marionetas subordinadas a un discurso específico. Desde la superficie, observo que habla en clave de metáfora sobre la soledad y el aislamiento producido por los efectos de ese posmodernismo agitado que encarcela la empatía humana y la reduce al consumismo de objetos tecnológicos para encontrar esa presunta felicidad que venden en los anuncios comerciales. Pero en el fondo utiliza el vínculo amistoso entre el perro gay y el robot trans para responder a un comentario alineado a ese wokismo exacerbado sobre la diversidad cultural, el miedo a la autoaceptación y la identidad de género adormecida por las barreras de la alteridad social, así como los dilemas que surgen de la compra de compañía como trampa de amor artificial y dependencia emocional. Debajo de la calculada inocencia y la sucesión de sueños paralelos, esconde todos esos tópicos en una serie de situaciones pueriles que se repiten una y otra vez sin añadirle ningún impulso significativo a los dispositivos de la trama, dejando el barullo en una inercia previsible que me impide simpatizar por las acciones inocentonas del perro mudo y el robot alegre. Todo está esquematizado de una forma demasiado limpia, colorida, innecesariamente poética, donde sobra más de la mitad de los personajes que rellenan el tejido de simplicidad. De esa manera para mí es fácil recibir con abulia los lazos inseparables que surgen entre el perro y el robot desde los paseos por las calles de la metrópoli; los bailes de alegría en el Central Park; las visitas a la playa con la verja de alambre de púas; el patinaje al ritmo de "September" de Earth, Wind & Fire; la separación que los obliga a tomar caminos diferentes; el contacto con los distintos estereotipos de animales; la adquisición de otros robots para llenar el vacío afectivo. De su apartado técnico, solo consigo rescatar el detalle de las texturas animadas que renderizan con cierto detalle los lugares emblemáticos de la ciudad ochentera de Nueva York y puntualizan las dicotomías existenciales a través de los espacios distanciados, así como también el uso de la banda sonora y del sonido diegético que escucho en los ruidos de los animales que murmullan entre tanto silencio. Lo otro, junto al diseño de esas caricaturas antropomórficas que parecen producto de un comercial infantiloide de Cartoon Network, se evapora de mis retinas cuando aparecen los créditos. Me parece la peor película que he visto del director de Blancanieves.

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Ficha técnica
Título original: Robot Dreams
Año: 2023
Duración: 1 hr. 42 min.
País: España
Director: Pablo Berger
Guion: Pablo Berger
Música: Alfonso de Vilallonga
Fotografía: animada
Reparto (voces): Ivan Labanda, Albert Trifol Segarra, Albert Trifol Segarra, Rafa Calvo
Calificación: 4/10



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