Crítica de la película «Miss Marx» (2020)

Miss Marx
En Miss Marx, una de las películas más recientes de la cineasta italiana Susanna Nicchiarelli, se resume en clave biográfica la figura intelectual de Eleanor Marx, la hija del filósofo Karl Marx que en su época se hizo notable como activista política y fiel promotora de las ideologías marxistas. Lo que me cuenta en menos de dos horas sobre la vida de esta camarada tiene un trato condescendiente que me obliga a razonar por un segundo sobre su obra, pero me parece un biopic inane, deshilvanado, al que no se le quita de encima la capa artificiosa de anacronía y rebeldía punk al servicio de las causas feministas más básicas, donde en todo momento miro mi reloj de manera compulsiva y me mantengo en un estado absoluto de abulia frente a lo que observo en pantalla. Su argumento se sitúa a finales del siglo XIX y sigue la vida de Eleanor poco después del funeral de su padre en 1883, en los tiempos en que discute asuntos intelectuales con hombres ilustres como Friedrich Engels y difunde las ideas del socialismo en el Reino Unido, mientras mantiene una relación sentimental con el dramaturgo Edward Aveling que amenaza con llevarla a la ruina financiera por su forma egoísta de derrochar el dinero. En términos generales, la narrativa de la película estructura al pie de la letra las fórmulas habituales de los biopics, en la que se relata los sucesos más significativos de la protagonista a lo largo de varios años y su impacto en los libros de la historia como una moraleja. Pero por alguna razón todo permanece situado en un terreno acomodado que reduce la efigie de Eleanor a la de una muñeca de porcelana, sin ninguna posibilidad de ampliar su espectro de desarrollo más allá de las escenas reiterativas que siempre la colocan en las discusiones a puerta cerrada con el marido holgazán que gasta su capital de la herencia de Engels; las visitas a las fábricas que la obligan a firmar un manifiesto para la abolición del trabajo infantil; la actividad política que la lleva a ser una líder en el movimiento por las luchas obreras y los derechos de las mujeres. No hay cambio ni variación. Los diálogos se anulan a sí mismos. Tampoco encuentro algo de profundidad emocional. Todo luce demasiado higienizado en su vitrina frontal. Nicchiarelli se olvida de desarrollar a sus personajes lejos de las apariencias históricas y opta en su lugar por articular un comentario mecánico sobre el calvario de una mujer oprimida por las presiones de la vida conyugal y las normativas impuestas por el patriarcado decimonónico que le quitan su libertad. En ese sentido, la actuación de Romola Garai es cuanto mucho aceptable al interpretar a Eleanor como una mujer adicta al opio que, con su espíritu rebelde y desafiante, lucha por la condición socioeconómica del proletario mientras resiste los golpes emocionales de un matrimonio infeliz; quedando atrapada muchas veces entre el tedio y la impostura expresiva. Solo rescato, como mínimo, algunos valores estéticos que Nicchiarelli implementa sobre la puesta en escena para añadirle algo de teatralidad al relato, entre los que se halla el vestuario, la auténtica reproducción del período, el uso psicológico del color, la ruptura de la cuarta pared y un bizarro uso de la música extradiegética de carácter anempática que se traduce en un anacronismo punk arreglado por los Downtown Boys. Todo lo que queda fuera de ahí no es más que un biopic insulso, falaz y enormemente aburrido sobre una mujer oprimida por la masculinidad tóxica típica de la era victoriana.

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Ficha técnica
Título original: Miss Marx
Año: 2020
Duración: 1 hr. 47 min.
País: Italia
Director: Susanna Nicchiarelli
Guion: Susanna Nicchiarelli
Música: Gatto Ciliegia Contro il Grande Freddo
Fotografía: Crystel Fournier
Reparto: Romola Garai, Patrick Kennedy, Felicity Montagu, John Gordon Sinclair
Calificación: 4/10



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