Crítica de la película «Los ángeles del infierno» (1930)

Los ángeles del infierno
En mi filmoteca personal he tenido la oportunidad de ver las imágenes que ofrece la versión restaurada de Los ángeles del infierno, una de las dos únicas películas que dirigió el magnate Howard Hughes y que, previo a su estreno, sufrió un rodaje accidentado de tres largos años que disparó su presupuesto exorbitante al coste de 2,8 millones de dólares, como resultado del capricho del director de volver a rodar varias escenas para ajustar su material a la tendencia emergente de la época del cine sonoro (originalmente fue filmada como una película muda). Lo que observo en más de dos horas me lleva a razonar lo suficiente como para darme cuenta de que, al margen de sus proezas sonoras, es una película bélica que eleva su punto de autenticidad en las secuencias aéreas de peleas de perros, pero que, desafortunadamente, se precipita al vacío con una trama baladí, poblada a menudo de personajes artificiosos que nunca escapan de la inercia unidimensional, donde por momentos me asalta una sensación que me mantiene suspendido en largos episodios de indiferencia ante lo que sucede en pantalla. Su trama se desarrolla alrededor de Roy y Monte Rutledge, dos hermanos muy diferentes entre sí que se enamoran de una mujer llamada Helen y que, en medio del triángulo amoroso, son reclutados como pilotos de la Fuerza Aérea durante la Primera Guerra Mundial para combatir en sus aviones contra los ases alemanes. En términos generales, la narrativa de estos hermanos británicos tiene un arranque que me interesa, dicho sea de paso, desde las escenas en que compiten por la rubia de platino y luchan contra sus propios dilemas personales antes de verse atrapados en el conflicto bélico que los somete al estrés de pilotear aviones para cumplir con el llamado del deber. Pero siento de inmediato que el asunto carece de profundidad porque, ante todo, las acciones de los personajes se mantienen en el aire de los estereotipos genéricos, en una serie de situaciones previsibles que se me hacen innecesariamente largas, supongo, por la insistencia de Hughes en alargar ciertas escenas para mostrar un poco más de sus costosos efectos especiales y las secuencias de vuelo que son planificadas como una rutina. De esa manera para mí es fácil anticipar las discusiones de los hermanos sobre la chica que apenas ven; la misión nocturna para derribar una aeronave Zeppelin; la misión suicida para bombardear un depósito de municiones en territorio enemigo. Habitualmente, la trama se estanca por la ausencia de ritmo. Las actuaciones centrales de Ben Lyon y James Hall, por lo regular, me resultan algo triviales cuando utilizan su registro expresivo, respectivamente, para interpretar a dos hermanos diametralmente opuestos (uno indeciso y el otro idealista) que buscan conquistar a la misma mujer. La actuación de Jean Harlow, no obstante, me parece más auténtica como la rubia promiscua, desinhibida, que rechaza y seduce a los hombres con la franqueza típica de esas mujeres fatales del cine pre-code, con diálogos de doble sentido que poseen una enorme carga de sensualidad y trazan la naturaleza libertina de su personaje, incluso en las únicas escenas a color de su carrera. La química que ella tiene con los actores principales es bastante débil, y las interacciones se sienten moralmente blandas por la forma en que Hughes solo aprovecha sus problemas personales para elaborar un comentario sobre la hermandad, la obsesión y la ética del deber en los tiempos de guerra, sin ningún tipo de sustancia que invite a pensar más allá de las obviedades descriptivas. El grado más solvente, sin lugar a dudas, lo encuentro en las secuencias aéreas que Hughes, conocido por su pasión desbordada por la aviación, emplea con destreza aviones reales y pilotos experimentados con el fin de añadir un nivel de credibilidad a los combates entre aviones que surcan los aires, encuadrando todo a través del gran plano general, el plano subjetivo y el plano medio corto. Estas secuencias, particularmente en el clímax, no solo son visualmente impresionantes, sino que también transmiten el peligro y la adrenalina, de esos pilotos que se sacrifican en el cielo para tocar la gloria. A eso se suma también el uso del sonido diegético del que hace uso en algunas escenas para evocar los ruidos, las explosiones y los disparos. Esos elementos consiguen que el melodrama, dentro de sus irregularidades, permanezca situado en un horizonte que al menos se deja ver.

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Ficha técnica
Título original: Hell's Angels
Año: 1930
Duración: 2 hr. 07 min.
País: Estados Unidos
Director: Howard Hughes
Guion: Harry Behn, Howard Estabrook
Música: Hugo Riesenfeld
Fotografía: Tony Gaudio, Harry Perry
Reparto: Ben Lyon, James Hall, Jean Harlow
Calificación: 6/10



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