Crítica de la película «Pasajeros» (2016)

Pasajeros
Pasajeros es una película de Morten Tyldum que veo ahora tras haber pasado cerca de su estreno sin mayor interés hace más de ocho años y en la que, dicho sea de paso, permanezco sentado en una especie de letargo de dos largas horas que me obligan a pensar que el guionista tenía el cerebro perdido por el espacio cuando escribió el guion. Su premisa de ciencia-ficción sobre amantes en el espacio arranca con interrogantes que prometen, pero pronto se aproxima a un horizonte que carece de profundidad y se pierde, desde un principio, en un agujero negro de clichés mecánicos del que no puede escapar la pareja de Chris Pratt y Jennifer Lawrence, en un viaje por el espacio que frecuenta lugares comunes y me deja con la extraña sensación de que no sucede nada sustancioso que no haya visto antes con mejores resultados. La trama transcurre en una nave espacial que transporta a miles de colonos hacia el planeta habitable de otro sistema estelar y tiene como protagonista a Jim Preston, un ingeniero mecánico que despierta de su cápsula de hibernación 90 años antes de la fecha programada (el viaje dura 120 años) debido a una falla mecánica que se produce cuando la nave colisiona con una lluvia de asteroides que daña su sistema de defensa. En una primera mitad la narrativa muestra a este individuo como un hombre solitario que, durante un año de aislamiento, busca desesperadamente una manera de solucionar la crisis investigando los interiores de la nave para volver al estado de hibernación, mientras tiene como compañero a un androide bartender que le sirve un par de tragos y, entre otras cosas, tiene una relación sentimental con Aurora, una escritora a la que despierta abruptamente para que le haga compañía, a pesar de que sabe que su decisión es moralmente incorrecta. En la segunda, se presenta las secuelas del romance entre Jim y Aurora que comienza cuando se revela el engaño anticipado y la pasión cede el paso a las discusiones de pareja que anuncia la ruptura, mientras unos cuantos golpes de efecto de último minuto impulsan la trama con una serie de conflictos previsibles que son colocados para el lucimiento del héroe con traje de astronauta. De entrada, la falta de desarrollo de los personajes debilita la narrativa porque sus acciones solo responden a descripciones superficiales que gravitan alrededor de las conversaciones a puerta cerrada, la rutina amorosa a la hora señalada, las caminatas por el espacio, la reparación de módulos dañados, las citas en el bar del robot, los peligros que amenazan con destruir la nave espacial. Las situaciones a menudo se resuelven sin mucho esfuerzo, y, dentro de su registro de obviedades hay poco espacio para profundizar en los dilemas éticos entre los dos pasajeros que interpretan con química Pratt y Lawrence. En lugar de explorar las complejidades morales del problema, Tyldum opta por presentar una relación romántica idealizada que parece una cursilería híbrida entre el drama romántico y la ciencia-ficción del montón, donde la falta de riesgo percibido elimina cualquier sentido de urgencia en la narrativa. Solo rescato, como mucho, el aparato visual que se fortalece con algunos efectos especiales y el diseño de producción que agrega autenticidad a los decorados de cada escena dentro y fuera de la nave, así como la banda sonora de Thomas Newman. Pero, desgraciadamente, estos elementos no logran compensar las deficiencias en la escritura que debilitan sus tópicos sobre la soledad, el amor y la ética en un viaje interestelar.

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Ficha técnica
Título original: Passengers
Año: 2016
Duración: 1 hr. 56 min.
País: Estados Unidos
Director: Morten Tyldum
Guion: Jon Spaihts
Música: Thomas Newman
Fotografía: Rodrigo Prieto
Reparto: Chris Pratt, Jennifer Lawrence, Michael Sheen, Laurence Fishburne
Calificación: 5/10



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