Crítica de la película «Yo creo en ti» (1948)

Yo creo en ti
Aparte de ser el primer largometraje de Hollywood rodado en la ciudad de Chicago, Yo creo en ti es una película que funciona como un docudrama, en el que su director, Henry Hathaway, ensambla sus piezas como si fuera un documental, pero combinándola, además, con las características esenciales del cine negro sobre periodismo de investigación que era común durante finales de los 40 y principio de los 50, como sucede en El reloj asesino (Farrow, 1948) y Mientras Nueva York duerme (Lang, 1956). Tiene ligeros momentos que anticipo con facilidad, pero, en términos generales, es una película de cine negro que nunca pierde su cuota de intriga con la presencia de James Stewart y, además, posee una trama afilada que documenta la eficacia del periodismo de investigación para esclarecer la verdad frente a las injusticias provocadas por los fallos del sistema judicial. Su argumento se basa en hechos reales ocurridos durante la Ley seca en 1932 y, a partir de la escena inicial en la que un policía es asesinado en un bar por dos desconocidos, narra once años después las pesquisas de P.J. McNeal, un reportero del periódico Chicago Times al que le asignan el caso de un hombre condenado a 99 años de prisión por ser el presunto culpable del delito junto a otro sospechoso, luego de que su editor leyera un anuncio clasificado en el que la madre del convicto ofrece una recompensa de 5.000 dólares por información sobre los verdaderos asesinos del oficial de policía. El asunto de este McNeal se esquematiza siguiendo los elementos integrales del cine negro sobre periodismo, en el que el periodista asume el papel de un detective mientras investiga a fondo el problema para solventar el crimen y, dicho sea paso, descubre una turbiedad sepultada en un mundo de mentiras y de testimonios falsos omitidos por la corrupción policial. Sin embargo, me resulta atrapante porque no se dispara ni una sola bala y, para resolver el caso, McNeal hace preguntas a una serie de individuos a los que le da el beneficio de la duda con sus diálogos. De esa manera me parece sorpresivo verlo interrogando a la madre honesta que ahorró 5 mil dólares limpiando pisos como un botín para el que atrape al verdadero culpable; hablando con el jefe del editorial que lo impulsa perseguir la verdad para preservar la integridad periodística; investigando en los cuarteles de la policía en la que los agentes de la ley se resisten a entregar evidencia; negociando a puerta cerrada con la fiscalía corrupta; enfrentando la presión de unos políticos ansiosos por cerrar el caso para no manchar la credibilidad del sistema jurídico. En ese sentido, la actuación de Stewart me resulta creíble cuando ejerce su registro expresivo para interpretar a un periodista comprometido con la ética que destapa verdades oscuras solo con la perspicacia y el don de la retórica. Cuando Stewart habla, los demás se callan y escuchan. Pero, además, hay una interpretación secundaria bastante notable de Richard Conte, sobre todo cuando este emplea los gestos de su rostro y la mirada para acentuar la condición de un hombre inocente que es injustamente incriminado, alcanzando su punto de solvencia en la escena de la prueba del polígrafo en la que muestra su incomodidad en el interrogatorio de la máquina detectora de mentiras del propio Leonarde Keeler. Ellos dos son encuadrados por Hathaway en una puesta en escena que se destaca por los claroscuros, la iluminación expresionista, el primer plano, el control compositivo del encuadre móvil, el estilo de documental que se subraya con las imágenes históricas de material encontrado, el narrador con la voz en off y las panorámicas que capturan la luminosidad de la arquitectura de la ciudad de Chicago desde los exteriores, fruto de un buen trabajo fotográfico de Joseph MacDonald. Lo que presenta mantiene el ritmo y una tensión dosificada que no termina hasta el clímax en que el periodista revela la foto que prueba que está en el lado correcto de la justicia. Es, propiamente dicho, una buena película de cine negro.

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Ficha técnica
Título original: Call Northside 777
Año: 1948
Duración: 1 hr. 52 min.
País: Estados Unidos
Director: Henry Hathaway
Guion: Jerome Cady, Jay Dratler
Música: Alfred Newman
Fotografía: Joseph MacDonald
Reparto: James Stewart, Richard Conte, Lee J. Cobb, Helen Walker, Betty Garde
Calificación: 7/10



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