Crítica de la película «El amor es un viaje en trineo al infierno» (2024)

Drive-Away Dolls

El amor es un viaje en trineo al infierno es una película en la que Ethan Coen debuta como director en solitario en un largometraje de ficción, siguiendo el mismo camino que comenzó su hermano Joel hace algunos años, pero, además, se mantiene sujeto a ese sello estilístico que mezcla el género de la comedia negra con el cine de carretera. Lo que observo en ella durante todo su breve metraje me obliga a razonar lo necesario como para darme cuenta de que, dentro de sus limitaciones genéricas, es una comedia de carretera enormemente aburrida, nimia, sin humor, que a menudo se desvía por rutas previsibles sin tener la más mínima molestia de escapar de su comercial de lesbianas de hora y media, donde no tengo más remedio que caer adormecido ante su espiral de situaciones estúpidas que desperdicia el reparto de estrellas. Su trama, que arranca en Filadelfia en 1999, sigue la existencia de Jamie y Marian, dos lesbianas jóvenes que conducen por la autopista hacia Florida para encontrar aquella utopía de sororidad que venden en los manuales de ideología de género, en una automóvil equivocado que oculta el cadáver de un político decapitado en un callejón por negocios turbios, mientras de paso son perseguidas por dos gánsteres enviados para recuperar un maletín escondido en el baúl. En general, la narrativa se vuelve plana desde el principio porque, entre otras cosas, reduce las acciones de las protagonistas a diálogos inanes y una serie de situaciones absurdas que solo rellenan metraje innecesariamente sin ampliar su rastro de desarrollo más allá de las descripciones triviales de guion de último minuto. Esto solo consigue que me quede en estado de indiferencia cuando veo y escucho las conversaciones de la pareja a puerta cerrada sobre consoladores; las rutinas de sexo fuerte en la cama antes de usar los aparatos fálicos; las intervenciones de los dos matones tontos que buscan inútilmente el alivio cómico; las visitas a los bares de lesbianas para negociar el MacGuffin con formato de falo de goma. No hay intriga o diversión en su trama predecible. La mordacidad se apaga como las luces del coche. Los diálogos son anodinos y carecen del ingenio coeniano. El ritmo se accidenta en zonas apresuradas que solo banalizan un conflicto que salta erráticamente entre la comedia y el suspense sin encontrar un equilibrio adecuado. La envoltura superficial sostiene un barullo que, dicho sea de paso, es empleado por Coen para elaborar un comentario condensado sobre la emancipación y la sexualidad femenina, pero entendido ahora como el sendero de autoaceptación de dos mujeres liberales que se enfrentan al dominio masculino conservador (simbolizado por los juguetes sexuales en forma de genital que pertenecen a poderosas figuras públicas) para negociar el contrato que garantice una igualdad de términos en la esfera de la sororidad. La química entre Margaret Qualley y Geraldine Viswanathan luce artificiosa desde la primera escena. Una interpreta a una joven impulsiva y rebelde con acento sureño. La otra es una mujer sensible y tranquila que lucha internamente para aceptar su orientación sexual. Las escenas que comparten ellas parecen sumamente forzadas, como si lo hicieran para justificar el salario y complacer esa invasión de minorías culturales de la actualidad que imponen su brújula moral. A nivel estético, no obstante, Coen utiliza algunos dispositivos que, por añadidura, buscan ampliar la psicología de los personajes a través de la elipsis, el desencuadre, el fuera de campo, el primer plano y el uso constante del sobreencuadre que se validan en esas secuencias psicodélicas en celuloide que funcionan como enlace de continuidad antes del fundido a negro. Sus decisiones estilísticas, por lo regular, agregan florituras visuales que rellenan su puesta en escena de color, violencia y dinamismo. Pero, desafortunadamente, su estilo kitsch va en piloto automático mientras la sustancia se ausenta con cada kilómetro recorrido. Me parece una cinta decepcionante que no logra capturar el nivel de sorpresa que caracteriza las colaboraciones más emblemáticas con su hermano Joel.

Ficha técnica
Título original: Drive-Away Dolls
Año: 2024
Duración: 1 hr. 24 min.
País: Estados Unidos
Director: Ethan Coen
Guion: Ethan Coen, Tricia Cooke
Música: Carter Burwell
Fotografía: Ari Wegner
Reparto: Margaret Qualley, Geraldine Viswanathan, Pedro Pascal, Matt Damon, Beanie Feldstein, Colman Domingo
Calificación: 4/10


Crítica breve de la película El amor es un viaje en trineo al infierno, dirigida por Ethan Coen y protagonizada por Margaret Qualley y Geraldine Viswanathan.




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