Crítica de la película «Los niños de Hiroshima» (1952)

Los niños de Hiroshima
Los niños de Hiroshima es la tercera película del director japonés Kaneto Shindō y representa, además, uno de los primeros documentos fílmicos de la posguerra japonesa, estrenado apenas siete años después de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Lo que observo en una y hora posee un enfoque sincero y respetuoso hacia uno de los eventos más devastadores de la historia. Entre líneas, me parece un drama en el que Shindo, con realismo y cierto registro de documental, ofrece una mirada emotiva y profundamente humana sobre las secuelas de la bomba atómica en la vida de los supervivientes, sin perder de vista en ningún momento el rastro de unos personajes sobrios que me conmueven y me invitan a reflexionar hasta que terminan los créditos. Su trama, basada en los testimonios recogidos en el libro del educador japonés Arata Osada, narra la existencia de Takako Ishikawa, una joven profesora que reside en una isla frente a la costa de Hiroshima y que, durante sus vacaciones, toma el ferry hacia su ciudad natal en Hiroshima para visitar la tumba de su familia, después de cinco años de haber sobrevivido en carne propia a la devastación de la ciudad ocasionada por la bomba atómica, donde además visita a los niños huérfanos que solían ser sus antiguos alumnos. Desde el principio, la narrativa de la maestra me resulta conmovedora por la manera en que Shindo, ajustado a una estética de docudrama, utiliza la poética del viaje para sintetizar el dolor, la resiliencia y la esperanza, de unos supervivientes que todavía sufren con herida abierta los efectos que ha dejado la guerra, mostrando con sobriedad la pobreza y las vulnerabilidades de los habitantes que intentan recuperarse de la crisis. Las escenas, ensambladas con un montaje rítmico, fluyen como el caudal de un río, con una capa densa de naturalidad que me permite conectar íntimamente con la desdicha y las experiencias de los personajes, especialmente en aquellas anécdotas dolorosas que están relatadas con una inocencia que contrasta, irónicamente, con el horror de su entorno. De esa forma, para mí es fácil sentir empatía cuando veo a la profe caminando por las calles destruidas, conversando con una amiga estéril, compadeciéndose en la iglesia con una estudiante que tiene una enfermedad terminal, y, sobre todo, visitando al ciego que era un antiguo sirviente de sus padres con la finalidad de adoptar al nieto que está en el orfanato. La actuación de Nobuko Otowa es bastante orgánica cuando emplea la mirada y su expresividad contenida para acentuar las cicatrices de una mujer solidaria y amable que busca superar el trauma provocado por los recuerdos de los seres queridos que murieron en el bombardeo, transmitiendo a la vez una profunda empatía y tristeza sin necesidad de grandes gestos. Junto a ella, hay una buena interpretación secundaria de Osamu Takizawa como el anciano mendigo que agoniza en su choza y se niega a abandonar a su nieto en medio de la ceguera que le imposibilita criarlo. Lo más importante, quizás, son los recursos estéticos empleados por Shindo para subrayar el sufrimiento interno de los personajes, entre los que puedo señalar la elipsis, el sonido diegético, la analepsis, la voz en off, los diálogos poéticos, el primer plano, el encuadre móvil, el silencio que dice más que cualquier palabra y las panorámicas que amplían el paisaje de ruinas de la ciudad casi como si se tratara de un documental. De igual forma, mis oídos caen rendidos ante una banda sonora de Akira Ifukube que amplifica el grado de emotividad, con una partitura que fusiona melodías tradicionales japonesas con elementos orquestales modernos, creando un elemento sonoro que resuena con la tragedia sombría y la melancolía de los personajes. Shindo, por otro lado, no solo documenta la catástrofe humana de la bomba atómica, sino que también examina la condición social y económica de los japoneses en el período posguerra. Aunque a veces no asume una postura política clara en su horizonte antibélico, sus imágenes tienen un impacto emocional que es difícil de olvidar.

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Ficha técnica
Título original: Children of Hiroshima (Genbaku no ko)
Año: 1952
Duración: 1 hr. 36 min.
País: Japón
Director: Kaneto Shindō
Guion: Kaneto Shindô
Música: Akira Ifukube
Fotografía: Takeo Ito 
Reparto: Nobuko Otowa, Osamu Takizawa
Calificación: 7/10



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