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Bad Boys: hasta la muerte, los directores Adil El Arbi y Bilall Fallah aplican de nuevo la fórmula previamente empleada en la predecesora de 2020, supongo, con la finalidad de añadirle una dimensión de actualidad como cuarta entrega de la saga de policías en pareja que han encarnado Will Smith y Martin Lawrence desde hace ya treinta años. Pero me parece que es otro intento fallido. Lo que observo en ella en menos de dos horas me induce a pensar que, lejos de la química entre Smith y Lawrence, es una secuela que carece de impulso en sus secuencias de acción y, dentro de sus limitaciones, apuesta a permanecer situada en un terreno previsible que a menudo deja el rastro de un factor convencional, donde en medio de la pirotecnia aparatosa me da la sensación de que los mejores de Miami ya comienzan a mostrar síntomas de fatiga para seguir adelante con la franquicia. En esta ocasión, la trama sigue a los detectives Mike Lowrey y Marcus Burnett cuando se convierten en fugitivos de la justicia al intentar limpiar el nombre del difunto capitán al que las autoridades acusan de haber estado vinculado a la corrupción con los cárteles de la droga, mientras investigan a los sospechosos junto al equipo que todavía cree en ellos y utilizan a Armando para dar con el paradero de los conspiradores liderados por el villano genérico que busca eliminar los cabos sueltos. En general, la narrativa de esta comedia policial está ejecutada con una serie de clichés que, por lo regular, reducen las acciones de los personajes discusiones a puerta cerrada, persecuciones a plena luz del día y tiroteos a la hora pautada en las calles calientes de Miami, sin ofrecer nunca algún giro que saque la trama de la inercia de situaciones rutinarias que explotan las fórmulas del género en piloto automático. Además, los personajes principales, interpretados por Smith y Lawrence, parecen más como parodias de sus versiones anteriores. Smith interpreta a Mike con su característico carisma y seriedad. Y Lawrence, por otro lado, retrata a Marcus como el policía cansado y fuera de forma que funciona como alivio cómico. Ellos demuestran su pericia física para las escenas de riesgo que incluyen correr, saltar y disparar para atrapar a los villanos estereotipados. Sin embargo, la química entre ambos, a pesar de sus irregularidades, no tiene la energía de las entregas anteriores y los chistes que dicen me dejan en un estado de completa indiferencia. Los secundarios solo rellenan el asunto más allá de lo necesario con sus descripciones superfluas. Y las secuencias de acción por las que ellos transitan se sienten genéricas y repetitivas, aunque los directores demuestran cierta destreza compositiva con el manejo conciso del encuadre móvil, los guiños a las antecesoras, la estilización atmosférica de los espacios urbanos de Miami y algunos planos imposibles que al menos me resultan notables. Todo lo demás no me parece otra cosa que una película mediocre y aburrida, de una franquicia
buddy cop que, por suerte, ha alcanzado su fecha de caducidad.
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Ficha técnica
Título original: Bad Boys: Ride or Die
Año: 2024
Duración: 1 hr. 55 min.
País: Estados Unidos
Director: Adil El Arbi, Bilall Fallah
Guion: Chris Bremner, Will Beall
Música: Lorne Balfe
Fotografía: Robrecht Heyvaert
Reparto: Will Smith, Martin Lawrence, Paola Nuñez, Alexander Ludwig, Vanessa Hudgens
Calificación: 5/10
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