Crítica de la película «Beekeeper: sentencia de muerte» (2024)

Beekeeper: sentencia de muerte
Beekeeper: sentencia de muerte es una película de David Ayer que yo veo, entre otras cosas, por mi necesidad de buscar algún producto de acción que me desconecte y tenga como protagonista a Jason Statham en el estereotipo del antihéroe serio que mata a todo aquel que se cruce en su camino de violencia. Y lo que observo en su intervalo de tiempo me lleva a pensar que, más allá de la pericia física más que demostrada de Statham como el antihéroe indestructible, es un thriller de acción que arranca de una manera trepidante, pero cuya trama, en su esquema convencional, transita por áreas previsibles que dejan en todo momento el rastro de los clichés más absurdos, donde no me queda más remedio que ver en estado de indiferencia la travesía del hombre con el pasado que no me revela nada que no haya visto antes con mejores resultados. En la trama Statham interpreta a Adam Clay, un hombre en apariencia tranquilo que se gana la vida como apicultor en el campo y es inquilino en un granero, pero cuya existencia da un giro radical cuando su arrendataria, una señora afroamericana, se suicida luego de ser víctima de una estafa de phishing que la lleva a la bancarrota tras perder dos millones de dólares de un fondo de caridad que administra; acto que lo obliga a tomar el sendero de la venganza para cazar a los responsables mientras destapa sus orígenes como miembro retirado de un programa clandestino del gobierno que opera más allá de la jurisdicción gubernamental para proteger los intereses nacionales. En general, este catalizador funciona como un detonante de guion que justifica el trayecto de venganza de un individuo oscuro que toma la justicia en sus manos y que, en principio, luce interesante por la manera en que el asunto construye un comentario social sobre las vulnerabilidades de ciberseguridad, las precariedades del sistema de pensión y la corrupción burocrática, de empresarios corporativistas que se dedican a la estafa de digital del secuestro de datos en el capitalismo de información. Sin embargo, permanezco en un epicentro de abulia una vez que me doy cuenta del nivel de gratuidad con el que el hombre peligroso escapa de las situaciones y mata a una centena de militares armados con un par de one-liners y su repertorio de habilidades para el combate cuerpo a cuerpo. Los personajes no son más que figuras estereotipadas que rellenan el metraje innecesario y sirven para cumplir con las descripciones baladíes que siempre los coloca en escenas redundantes. De esa forma para mí no es muy difícil anticipar la cacería del sujeto peligroso que mata con facilidad a uno mercenarios que parecen aficionados; la ineptitud de los oficiales del FBI que investigan por su cuenta para resolver la conspiración; las negociaciones del exdirector de la CIA para eliminar al apicultor; la desesperación del joven ejecutivo de tecnología colgado de cocaína que controla un negocio turbio a espaldas de la madre que es presidenta de la nación. Todo está demasiado calculado sobre la fórmula básica del thriller de acción de venganza que Ayer explota sin ningún tipo de sorpresa, a pesar del ritmo consistente. Statham, por lo menos, le añade algo de credibilidad a su papel como antihéroe reservado, sobre todo cuando emplea sus destrezas para los tiroteos, las persecuciones y las peleas en espacios cerrados en algunas de las secuencias de acción. Pero, desafortunadamente, su presencia no es suficiente para sacar el barullo de la zona de confort.

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Ficha técnica
Título original: The Beekeeper
Año: 2024
Duración: 1 hr. 45 min.
País: Estados Unidos
Director: David Ayer
Guion: Kurt Wimmer
Música:  Jared Michael Fry
Fotografía: Luis Gabriel Beristáin
Reparto: Jason Statham, Emmy Raver-Lampman, Josh Hutcherson, Bobby Naderi, Jeremy Irons, Jemma Redgrave
Calificación: 5/10


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