La extraña obsesión que tengo sobre las novelas negras me ha conducido a ver las escenas ofrecidas por
El enigma del collar, una película de cine negro en la que Edward Dmytryk adapta la popular obra de Raymond Chandler que se titula
Farewell, My Lovely y tiene como protagonista al detective Philip Marlowe. Por lo que observo en hora y media, deduzco que es una película de cine negro que, en principio, goza de atmósferas oscuras y de una presencia de Dick Powell como el detective cínico, pero su ritmo irregular la conduce por zonas previsibles que, poco a poco, le quitan el gancho al misterio sobre el collar, sospechas y asesinatos, donde no me queda más remedio que permanecer sentado hasta la resolución del caso a pesar anticipar media hora antes la intervención de los culpables que se ocultan tras las sombras. En la trama, Powell interpreta a Philip Marlowe, un detective privado que se encuentra con los ojos vendados en una sala de interrogatorio donde el humo del cigarrillo colisiona con la poca luz que toca la mesa, mientras es interrogado por unos policías que lo tienen como sospechoso de un crimen y, con la voz en off, procede a narrar los eventos que condujeron a una siniestra escena de asesinato. En términos generales, la narrativa del guion de John Paxton permanece situada en el epicentro de las fórmulas habituales del género, donde el detective es contratado por alguien para investigar una desaparición y en el proceso de su investigación transita por una delgada línea de mentiras, chantaje, soborno y asesinato, mientras se relaciona con mujeres fatales y gente perversa que lo llevan a sacar su pistola para ejercer la justicia por su cuenta. Pero ahora se estructura a través de una larga escena retrospectiva que tiene como punto de partida el recurso de
in media res. De entrada, el asunto me resulta interesante porque, en un sentido dialógico, los diálogos subrayan las motivaciones intrínsecas de los personajes y las acciones que esconden las pistas del caso que son rastreadas por el detective cuando este busca un collar perdido y una mujer desaparecida. Sin embargo, sospecho que la intriga policial se pierde entre las conversaciones a puerta cerrada sobre un collar robado y la rutina del detective que se reduce a los encuentros con personajes sin sustancia, que solo rellenan el espectro descripción para impulsar la trama, entre los que se halla un jefe que actúa como curandero psíquico, un matón que ejerce el rol de tonto útil, una
femme fatal seductora y adúltera con segundas intenciones, un millonario engañado por la esposa y una hija que ayuda al detective a recuperar el collar robado para revelar la identidad de la culpable. Aparte de una secuencia onírica que muestra el descenso al abismo de Marlowe como producto de los alucinógenos suministrados por un doctor en un sanatorio, el conflicto detectivesco se resuelve con cierta gratuidad en su integración de elementos, y puedo anticipar hasta con los ojos cerrados la presunta complejidad que guardan los giros inesperados. A pesar de todo eso, me parece creíble la actuación de Powell como Marlowe, sobre todo cuando lo interpreta como un detective duro, cínico, vulnerable, cuya arma guardada es la astucia que demuestra con los dotes deductivos encerrados en esos diálogos afilados que escupe como una navaja de afeitar. Asimismo, hallo un grado de solvencia en los valores estéticos que vierte Dmytryk en una puesta en escena en la que, por lo regular, utiliza de manera efectiva los componentes visuales del cine negro como la iluminación expresionista, los claroscuros marcados y los planos ambiguos que acentúan la psicología de los personajes con ángulos de cámara inusuales, como resultado de una espléndida cinematografía de Harry J. Wild, que es vistosa cuando capta con su lente el panorama lúgubre y peligroso de la ciudad. Lo demás, propiamente dicho, lo olvido tan pronto como suben los créditos de RKO Pictures.
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Ficha técnica
Título original: Murder, My Sweet
Año: 1944
Duración: 1 hr. 35 min.
País: Estados Unidos
Director: Edward Dmytryk
Guion: John Paxton
Música: Roy Webb
Fotografía: Harry J. Wild
Reparto: Dick Powell, Claire Trevor, Anne Shirley, Otto Kruger, Mike Mazurki
Calificación: 6/10
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